CONSIDERACIONES SOBRE "APRENDIZ DE GIGOLÓ"
La dirige John Turturro pero parece la cuatrigésimo quinta cinta de Woody Allen, pues todo el espíritu del director de "Manhattan" se encuentra aquí, aunque con sus ciertas limitaciones, pues "Aprendiz de gigoló" podría titularse, perfectamente, "Aprendiz de Woody Allen".
Y eso, que es una película entretenida, que se lleva bien. Una comedia ligera, un "divertimento", plagado de las obsesiones del maestro de "Hannah y sus hermanas"; el sexo, la muerte, la religión, Nueva York o el psicoanálisis en un Brooklyn, mostrado de forma magistral, aunque deudor del cine a quien pretende homenajear Turturro.


Música de jazz, como no podía ser de otra manera, créditos en blanco sobre negro, iguales que todos los usados por el realizador de "La rosa púrpura de El Cairo" y fotografía de Marco Pontecorvo, hijo del célebre Gillo Pontecorvo y montaje de Simona Paggi, una grande del cine italiano, colaboradora de Roberto Benigni o Gianni Amelio que siguen la estela de los rodajes neoyorkinos del ganador del oscar por "Annie Hall".
No llega a los niveles de los ochenta de su homenajeado pero es superior que errores garrafales como "A Roma con amor" o "Vicky, Cristina, Barcelona", declive evidente en uno de mis grandes referentes en esto del mundo del cine, aunque se saque de la chistera una genialidad como "Midnight in Paris". Así que agradezco a John Turturro, llegar a esos lugares que pienso que ya son patrimonio de todos, pues a pesar de no ser neoyorkino, conozco bastante bien por las películas muchos de los lugares que aparecen, la arquitectura de los edificios, los parques y otros detalles cuanto menos interesantes. es la magia del cine. Poder transportarnos a lugares que o bien no conocemos o muy superficialmente y sentirnos como en casa. El cine es la casa de todos.
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