Con las nuevas tecnologías estamos comprobando como lo que es original son los efectos visuales, ya que las historias suelen ser adaptaciones de viejas historias o comics. Ahora le toca el turno a Tarzán, el inmortal personaje creado hace más de un siglo por Edward Rice Burroughs. Entrada extraída del original de rockthebestmusic
En aquellos años de infancia, hoy lejanos para los que somos
demasiado jóvenes para morir viejos pero demasiado viejos para morir
jóvenes, las novelas de aventuras eran como una pequeña evasión de la
realidad, un mundo exótico inalcanzable, mucho más inalcanzable que en
la actualidad pues no existían vuelos baratos de avión ni similares, y,
sobre todo, aprendizaje pues del Sandokán de Salgari, los piratas de
Stevenson, Huckelberry Finn, Tom Sawyer, Mogwli o Tarzán entendí un
mundo sin reglas, sin adultos que dictaban normas, la libertad absoluta;
es decir, la anarquía. Peligrosos argumentos que podían
forjar una generación y que se escribían desde finales del XIX y
primeros compases del XX. Un mundo “civilizado” que en una constante
expansión invadía y esclavizaba nuevos territorios en África, Asia y
Oceanía, aunque la denostada colonización también llevó el progreso y
ciertas virtudes a zonas donde las luchas tribales eran el modo de vida.
Ejemplo claro es la dura novela del premio Nobel sudafricano J.M.
Coetzee “Desgracia” donde se explica la venganza de los negros sobre los
blancos por sus años de abusos o las maravillosas explicaciones del
“continente negro” del Premio Príncipe de Asturias polaco Ryszard
Kapucinski en obras tan apabullantes como “Ébano” donde leí la mejor
explicación del genocidio ruandés de todas las
expresadas y que han
llegado a mis manos. No en vano es paradójico el caso de la antigua
Rhodesia, país racista, xenófobo, con vulneración de los derechos
humanos y… rico, en contraposición con la actual Zimbabwe igual de
racista, xenófobo, con vulneración de los derechos humanos y
extremadamente pobre.
Por lo tanto desde niño estoy familiarizado con las andanzas que en
1912 escribió Edward Rice Burroughs sobre su buen salvaje, un conde
británico criado por gorilas y que llega a dominar la selva y a sus
animales, lo que le entronca de forma directa con el Mogwli de “El libro
de la selva” de Rudyard Kipling, un niño educado por lobos, como el
nacimiento de Roma con Rómulo y Remo amamantados por “La Loba
capitolina”. El cine no ha obviado nunca una historia que ofrece
exotismo, el amor a la naturaleza, acción y un protagonista con
suficiente carisma y así en mi videoteca la primera versión que tengo de
“Tarzan” es una muda de 1917, poco tiempo después de publicarse el
libro, aunque las más célebres sean las doce adaptaciones con Johnny
Weissmuller de estrella y una Maureen O´Sullivan como una Jane perfecta,
aunque la censura y el código Hays obligaron a que la tela de su mínimo
vestido fuese en aumento. Lex Barker, primer marido de Tita Cervera,
hoy “baronesa Thyssen” o Gordon Scott interpretaron al “Rey de los
monos” en varias ocasiones, hasta llegar al “Greystoke” de Hugh Hudson,
el de “Carros de fuego”, fallido intento de acercamiento a la novela con
un imposible Christopher Lambert de John Clayton y una primeriza Andie
Mc Dowell de Jane Porter como último intento serio, ya que prefiero
obviar absolutas “frikadas” como la animación de Disney, la erótica de
John Derek con el musculoso Miles O´Keefe, un inenarrable Richard Harris
y la neumática Bo Derek, como una Jane exhibiendo anatomía, solo
superada por la versión pornográfica de Joe D´Amato con Rocco Siffredi y
su esposa Rosa Caracciolo. Pues en este 2016 se intenta perpetrar un
nuevo- viejo Tarzán, adaptando libremente la novela y basándose en las
posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, con un resultado final
cuanto menos extraño, pues después de verla tengo sentimientos
encontrados, pues durante las casi dos horas de metraje he pasado un
buen rato, he estado entretenido y al salir del cine he notado una
sonrisa en mi cara, lo cual es mucho y le hace merecedora del aprobado.
Además la idea de comenzar la trama años después de que John Clayton III
haya dejado la selva y se encuentre en su mansión asentado con
comodidad es una posibilidad que explotan los guionistas Adam Cozad y
Craig Brewer, responsable este último del engendro de remake de
“Footlose”, para poder iniciar una saga sin necesidad de comenzar desde
el inicio. Aunque lo más positivo es la confirmación de Alexander
Skarsgard como un excelente actor lleno de carisma y que ha aprendido la
profesión y la forma de interpretar de su padre Stellan, uno de los
grandes nombres europeos. Es quien sostiene el edificio, retocado y
embellecido por Margot Robbie, como una Jane demasiado perfecta para ser
creible, es una lástima pero no me parece mala actriz pero está
demasiado condicionada por su físico, un Christoph Waltz que se ha
encasillado como villano “gracioso y sibarita” y un Samuel L. Jackson
que nunca termina de funcionar como alivio cómico. Lo bueno es que por
lo menos sus papeles no quedan eclipsados por los efectos especiales que
a pesar de ser magníficos están supeditados a la historia, aunque
resulten excesivos en algunas secuencias con los gorilas saltando
kilométricas distancias entre lianas o una estampida final que resulta
atropellada. Lástima que todo lo bueno del “libreto” no llegue a colmar las
expectativas, aunque buena parte de culpa la tenga su director David
Yates, hasta ahora solo conocido por las últimas cuatro entregas de
Harry Potter y que se entrega sin rubor a esa nueva moda de las peleas
atropelladas y donde el plano dura como máximo un nanosegundo, por lo
que uno no se entera bien que está sucediendo en pantalla, convirtiendo a
su Tarzán en un híbrido entre un superhéroe de Marvel y un James Bond
sin evolucionar. A ello contribuye Christoph Waltz que parece un villano
de 007, como el que interpretó en “Spectre”. Otra cosa que no he
entendido es el por qué se utiliza una fotografía tan tétrica y oscura,
no le encuentro el sentido, y no voy a culpar al técnico Henry Braham,
pues parece claro que son órdenes de dirección. El montaje está bien
resuelto y es alambicado, pues mezcla la edición en paralelo con
continuos flash backs de como pasó John Clayton III de ser un
aristócrata a criado por simios. Se agradece que sean insertos
intercalados, pues todos conocemos la historia. Una opción para combatir
el calor de este estío soporífero.
Lo que nunca dejará de sorprenderme es comprobar como los vencedores
cuentan la historia como les apetece y les conviene, pues el mal es
encarnado por el rey belga Leopoldo II, que bien es cierto que esclavizó
en busca de minerales y piedras preciosas a una buena parte de la
población congoleña, además de un exterminio masivo de los colonizados,
que aquí es vencido por los ingleses, representados como auténticos
salvadores de la humanidad y de los derechos de los nativos, cosa que sí
demostraron en la Sudáfrica del “apartheid” creado por los “afrikáner”
pero que en su visión imperialista han llegado a auténticos exterminios ,
por ejemplo en la propia Sudáfrica en la batalla de Isandhlwana,
llevada al cine en 1964 con el título de “Zulú” y Michael Caine de gran
héroe acabando con 4000 miembros de esa etnia. Cosas de la historia.
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