CONSIDERACIONES SOBRE "APRENDIZ DE GIGOLÓ"
La dirige John Turturro pero parece la cuatrigésimo quinta cinta de Woody Allen, pues todo el espíritu del director de "Manhattan" se encuentra aquí, aunque con sus ciertas limitaciones, pues "Aprendiz de gigoló" podría titularse, perfectamente, "Aprendiz de Woody Allen".
Y eso, que es una película entretenida, que se lleva bien. Una comedia ligera, un "divertimento", plagado de las obsesiones del maestro de "Hannah y sus hermanas"; el sexo, la muerte, la religión, Nueva York o el psicoanálisis en un Brooklyn, mostrado de forma magistral, aunque deudor del cine a quien pretende homenajear Turturro.
Y como ya comenté, a raíz del estreno de "Blue Jasmine", Woody Allen ha sido parte importante de mi vida, sobre todo en los noventa y primeros años del nuevo siglo, por lo que tenía que ver éste "Aprendiz de gigoló", en la que John Turturro ha decidido convertirse en Allen, al escribir, dirigir e interpretar al protagonista, aunque dejando los mejores momentos al propio Allen, que hay que reconocer que poco ha trabajado para otros sin ser él, el realizador. Así "a vuelapluma" recuerdo, "Sueños de seductor" de Herbert Ross, aunque el guión era suyo, "El testaferro" de Martin Ritt o "Escenas en una galería" de Paul Mazursky. Allen, es el personaje más divertido de la película, un imposible proxeneta que acabará con un imposible juicio en un imposible barrio judío en Brooklyn. Allen hace de lo que esperamos que haga Allen; histriónico y divertido, con diálogos que cabalgan entre lo simpático y lo trascendente. le acompaña el frío hieratismo de John Turturro. Que desea que su personaje sea así, pues ha demostrado sus notables dotes como actor en innumerables ocasiones. Todavía recuerdo la mítica secuencia en el bosque en "Muerte entre las flores" o el extraño hispano de "El gran Lebowski", ambas de los hermanos Coen. Dentro de los secundarios destacan la estupenda Vanessa Paradis, gélida e inalcanzable, un buen Liev Schreiber o Sharon Stone y Sofia Vergara en plan MILF sexy. Son los puntos fuertes junto a los diálogos, aunque que apenas llegue a la hora y media de metraje también ayuda.
Música de jazz, como no podía ser de otra manera, créditos en blanco sobre negro, iguales que todos los usados por el realizador de "La rosa púrpura de El Cairo" y fotografía de Marco Pontecorvo, hijo del célebre Gillo Pontecorvo y montaje de Simona Paggi, una grande del cine italiano, colaboradora de Roberto Benigni o Gianni Amelio que siguen la estela de los rodajes neoyorkinos del ganador del oscar por "Annie Hall".
No llega a los niveles de los ochenta de su homenajeado pero es superior que errores garrafales como "A Roma con amor" o "Vicky, Cristina, Barcelona", declive evidente en uno de mis grandes referentes en esto del mundo del cine, aunque se saque de la chistera una genialidad como "Midnight in Paris". Así que agradezco a John Turturro, llegar a esos lugares que pienso que ya son patrimonio de todos, pues a pesar de no ser neoyorkino, conozco bastante bien por las películas muchos de los lugares que aparecen, la arquitectura de los edificios, los parques y otros detalles cuanto menos interesantes. es la magia del cine. Poder transportarnos a lugares que o bien no conocemos o muy superficialmente y sentirnos como en casa. El cine es la casa de todos.
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