CONSIDERACIONES SOBRE "INSIDIOUS: CAPÍTULO 3"
Por noviembre de 2013, escribía sobre la segunda parte de "Insidious", un digno producto pero qe no llegaba a las cotas de su capítulo inicial, uno de los grandes largometrajes que ha dado el terror moderno, de la mano de James Wan, auténtico genio en crear atmósferas y poner "los pelos de punta" al espectador.
Si la antecesora no llegaba a las cotas de virtuosismo que la que abría la franquicia, aquí el declive es más que evidente, aunque sin resultar una mala propuesta, en buena medida, al intentar mantener ese tono oscuro y malsano, que se ha convertido en la "patente de corso" de la franquicia. Y aunque Wan, deje la dirección y se dedique a las labores de producción, junto a Oren Peli, creador de la rentable serie "Paranormal activity" y de esta "Insidious".
Es verdad que Wan no se encuentra tras la cámara, y para que negarlo, se nota, pero su sustituto es Leigh Whannell, "a la sazón" guionista de toda la saga y que con Wan ha colaborado en los libretos de "Silencio desde el mal" y sobre todo en la archifamosa serie de "Saw". Por lo tanto, aplica las fórmulas ya conocidas en la puesta en escena del taiwanés, como ese enemigo desconocido, que a partir de cierto momento aparece en todo su esplendor, una ambientación tétrica, llena de sombras y un argumento alambicado que progresa buscando el susto por su propia elaboración y no con el recurso de subir el volumen a grados de estridencia. También se reserva el papel de Specs, uno de los dos cazafantasmas, que junto con la medium Elise Rainier, repiten como personajes de las anteriores. Como es obvio, la espantosa "novia de negro", también aparece, como un secundario importante en la trama. Buen sistema para que el público pueda conectar más con el argumento, ya que los personajes son, de sobra, conocidos y eso conduce a poder disculpar, algunos momentos complicados de narrar, ya que su actriz protagonista, la joven Stephanie Scott, varía su rol, según va avanzando su posesión. En la linea de los buenos films demoniacos de los setenta y ochenta. A los Angus Sampson, Whannell y Lin Shaye, les acompaña Dermot Mulroney, al que llevaba tiempo sin ver por la pantalla grande, salvo en "Stoker" y su secundario en "Agosto" y que mantiene la linea comenzada por Patrick Wilson, de colocar un buen actor para resultar más creíble todo lo que se narra.
Entre los técnicos, temebrismo absoluto en la fotografía de Brian Pearson, auténtico especialista en el terror de bajo presupuesto, montaje académico y sin demasiado riesgo de Timothy Alverson y las habituales melodías sobrecogedoras de Joseph Bishara, el músico de cabecera de Wan, que sin llegar a la grandeza de "Expediente Warren", compone otra sobrecogedora banda sonora.
Está claro que mientras Wan, vuelve a idear un nuevo proyecto, y tras el parón con "A todo gas 7", está sacando rédito de éxitos anteriores como es el caso o con "Annabelle", el spin off" de "The conjuring", que tampoco dirigía, cediéndole el honor al director de fotografía John R. Leonetti. Por cierto, para el año que viene se espera la segunda parte. Mientras tanto, nos entretenemos con estos "divertimentos", que sin ser nada prodigiosos, entretienen y una vez que se sale de la sala de cine, no volvemos a pensar en ellos. Fáciles de ver y fáciles de olvidar. Como buena parte de nuestra existencia.
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