CONSIDERACIONES SOBRE "PALMERAS EN LA NIEVE"
Que el cine español se empieza a atrever con nuevos productos para asemejarse con el estadounidense parece cada vez más innegable, muestra de ello se pudo comprobar en el pasado 2014 y 2015. Y lo mejor del tema es que estas historias gustan al público, por lo que los réditos de taquilla empiezan a ser más que aceptables.
"Palmeras en la nieve" aborda la epopeya romántica exótica, que me hace pensar en cintas tipo "Memorias de África" de Sidney Pollack o "El paciente inglés" de Anthony Minghella, donde los amores imposibles se mezclan con lugares lejanos y difíciles de conocer para el espectador medio, pues Kenia, la India o, en este caso, Guinea Ecuatorial se encuentran fuera de la economía de muchas de las personas que van a ver el largometraje. Sí a esto sumamos una época ya pasada y olvidada, como la mitad del siglo anterior, con los años tenemos nuestro taquillazo.
Y hay que reconocer que "Palmeras en la nieve" tiene una ambientación de superproducción, se nota el dinero, el trabajo invertido en situarnos tanto en la calurosa Fernando Poo, la actual Malabo o la agreste y nevada zona del Pirineo oscense. para ello cuenta con una soberbia fotografía de Xavi Giménez, uno de nuestros mejores técnicos, la acertada y preciosista banda sonora de Lucas Vidal, cada vez más al alza y que desarrolla casi toda su carrera en Norteamérica o la dirección de arte meticulosa y detallista. En ese aspecto nadie puede reprochar nada a "Palmeras en la nieve". Donde renquea más es en la parte de dirección donde Fernando González Molina no termina de definir hacia donde quiere ir, pues tiene momentos espectaculares, con muy bonitos generales y una interesante elipsis para filmar otras muchas secuencias con el televisivo plano- contraplano. Y eso, por desgracia, se nota en el resultado final. No se si tendrá que ver que ande Atresmedia detrás. Imagino que no, pues ha producido otras películas de éxito españolas donde no se notaba tanto esa forma de plantear la puesta en escena.
Y lo mismo sucede con los actores, pues cuenta con un inconmensurable Emilio Gutiérrez Caba y un gran descubrimiento llamado Berta Vázquez en la parte positiva, una correcta Adriana Ugarte aunque con muchas limitaciones en la dicción y unos fallidos Mario Casas, lejos de sus buenas actuaciones con Álex De La Iglesia en "Las brujas de Zugarramurdi" y "Mi gran noche" y una Macarena García que comenzó su carrera con el Goya de "Blancanieves" y que abusa de su sonrisa, que es bonita, nadie lo niega, pero que acaba por resultar inverosímil. Y no es la primera vez, pues cuando la vi en el teatro me fui con la misma impresión.
El guion de Sergio G. Sánchez funciona y sus dos horas y cuarenta minutos se llevan bien, un drama romántico cuyo público objetivo es el femenino, cosa que pude observar en la sala, pues el aforo se componía de numerosos grupos de chicas jóvenes y unas cuantas parejas donde los hombres íbamos de acompañantes. Lo normal. Lejos de "Los odiosos ocho" que veía en la anterior sesión y que predominaba los numerosos grupos de amigos. Eso que se llama en "marketing" el target. Y es curioso pues esta basado en un "best seller" del que tuve noticias por mi madre y que me comentó que se asemeja su versión cinematográfica, lo cual no cuestiono pues no he leído la novela. Pero como sucedía en otras historias dedicadas al público femenino se enfatiza la capacidad de elección de diferentes épocas, hombres que piensan que merecen las que van al cine y que suelen estar lejos de ser una opción real. Como sucede en los varones, persiguiendo mujeres inalcanzables.
Pero primo... desde cuándo ves cine español?
ResponderEliminarYo desde luego veo que está el inefable Mario Casas y salgo corriendo. Qué cruz. Encima se beneficia a la gran Berta, que debería ser comunal.
Llevo ya un tiempo viendo cine español. Pienso que ha mejorado mucho en los últimos años. http://elcuriosobservador.blogspot.com.es/2014/10/consideraciones-sobre-la-isla-minima.html
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