miércoles, 18 de mayo de 2016


CONSIDERACIONES SOBRE "LA BRUJA: UNA LEYENDA DE NUEVA INGLATERRA"

Una de las mayores sorpresas que he visto en mi vida pues esperaba una historia interesante y una buena película pero no las cotas de excelencia que logra "La bruja", sin dudar un solo instante la mejor cinta del año hasta la fecha. Un descubrimiento fantástico.


Creo que le va a hacer daño el género en el que se inscribe, pues ha sido definida como cine de terror y el que espere estar pegando saltos en la butaca cada pocas secuencias acabará decepcionado pues lo que imprime la genialidad de toda su narración es el gusto por el detalle y la cinefilia salvaje de su director, el debutante Roger Eggers que hace un compendio magistral de gusto con el plano y la puesta en escena, creando una obra desasosegante que trata sobre el miedo más que ser de miedo. Una realización inclasificable pero que voy a intentar clasificar y enlazar con otros largometrajes y más de uno que no tienen que ver nada con el horror.
Y es que he disfrutado con uno de mis géneros favoritos como no lo hacía desde el "Expediente Warren" de James Wan, aunque llegan a la excelencia desde posturas diametralmente opuestas. "La bruja" recuerda más en lo argumental a "El proyecto de la bruja de Blair" donde el terror se obtenía sugiriendo más que mostrando para ir hilando la narración hasta un final impactante que es lo que pone en práctica Eggers en su perfecto guion, sobre unos expulsados en una comunidad hiperreligiosa en la Nueva Inglaterra del siglo XVII. La soledad, el hambre y los propios miedos interiores crearán situaciones aterradoras que hasta bien avanzada la trama no sabemos si son reales o una metáfora de los deseos prohibidos, en una situación de aislamiento total, lo que enlaza con "El bosque" de M. Night Shyamalan. Todo encaja y funciona bien en el libreto pero lo que hace que el film sea excepcional es su estructura formal, pues su ambientación es espectacular, con un gusto por el detalle que sorprende en un "primerizo", una fotografía del desconocido, al menos para mí, Jarin Blachke de premio, muy compleja y exquisita solo utilizando luz natural, incluso en las escenas nocturnas que crean una sensación de desasosiego y verismo de una crudeza nunca antes vista. O sí, pues ese ambiente puritano donde todo parece que va a estallar de un momento a otro enlazan con "La cinta blanca" de Michael Haneke, del que toma el poder de sus silencios para crear una atmósfera pesada y plomiza, aunque más que a Haneke el uso de los silencios se parece más a Tarkovski y, sobre todo, a Ingmar Bergman y en el uso del plano a Dreyer, tanto el de "Dies Irae" a "Ordet (la palabra)", posiblemente mi película religiosa favorita. Viendo los pilares donde se cimenta la obra me daba la sensación de estar viendo una obra escandinava más que estadounidense, cosa que se nota hasta en la envolvente banda sonora con predominio de la cuerda de Mark Korven, que nunca había vuelto a tener un éxito como el que consiguió con la música de "Cube".
Y sí en lo técnico es una maravilla fílmica, los actores están todos soberbios, encabezados por la Tomasin de Anya Taylor-Joy, una joven actriz que si todo va bien le depara un futuro prometedor como a su hermano en la ficción Harvey Scrimshaw que regala una escena para el recuerdo con una muerte que no creo que olvide, hasta los pequeños mellizos funcionan bien y Eggers consigue que su interpretación sea contenida e impactante. Los padres mantienen el excelente tono de las intervenciones y tanto Ralph Ineson, un secundario toda su vida y Kate Dickie, tal vez la más conocida por su Lisa Arryn de "Juego de tronos" consiguen que entendamos como van llegando sus personajes a la desesperación hasta el climax y el extraordinario final, uno de los más bellos y espeluznantes en años. Sin duda, "La bruja" se va a situar entre lo mejor que pueda ver este año y seguro que un largometraje para el recuerdo. Tanto que envidio a Roger Eggers por construir una película que me hubiese gustado firmar yo.

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