CONSIDERACIONES SOBRE "EL CASCANUECES"
Me encanta el ballet. La gracia de las bailarinas, los movimientos y coreografías imposibles siguiendo una historia y, sobre todo, una música que suele ser excepcional, en muchos casos. En mis diez temporadas de abonado al Teatro Real de Madrid y en viajes por Teatros de Ópera europeos, he visto multitud de títulos y compañías, por lo que ver "El cascanueces" en el coqueto Teatro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María, se me antojaba primordial, para comprobar las diferencias y por puro placer estético.
Y anoche volví a ver este ballet de Tchaikoski, uno de los más famosos de su autor y todo un clásico de las navidades. Lo interpretaba el Ballet Estatal Ruso de la ciudad de Rostov, el cual, para ser francos, desconocía. Investigué y descubrí que es bastante reciente, ya que fue fundado en el año 2000, pero que en pocos años ya está girando por medio mundo con ballets muy clásicos. No puedo decir mucho más porque no ofrecían ningún tipo de programa de mano ni hoja donde saber quien bailaba o dirigía.
Compré la entrada a última hora y al decirme en taquilla que no tenían problemas de aforo y ofrecerme la fila 1 del patio de butacas, pensé que estaría ante un sonado fracaso, pero la sala presentaba un buen aspecto, unas tres cuartas partes del Teatro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María estaban ocupadas y era la única persona sentada en la primera fila, ya que el público comenzaba a estar situado a partir de la fila 2.

Todas las diferencias no tienen por qué ser malas, ya que al estar tan cerca pude sentir cada golpe de zapato en el suelo, cada salto, cada pirueta, cada foette. Una sensación que no había vivido jamas, siempre sentado en anfiteatros, gallineros, palomares y otras ubicaciones similares en los Himalayas de los grandes Templos de la Lírica. Para ser justos, una vez vi en el Teatro Real de Madrid, un "Lago de los Cisnes" en el patio de butacas y todavía no he olvidado esa representación, una de las que más he disfrutado en mi vida.
La función ofreció lo que esperaba, escenografía con telones que cumplía de forma perfecta y buen vestuario, una compañía aseada, que sin ser la del Kirov de San Petersburgo o la del Ballet de Moscú, no deslucía y nos hicieron disfrutar a los presentes y volver a la infancia con este cuento de hadas para niños.
Y este último punto me sorprendió desagradablemente, ¿por qué no había casi niños en la sala?. Tal vez la hora de inicio, el precio de las entradas o que nadie entiende que llevar a los chiquillos a un ballet compuesto para ellos, puede divertirles y aficionarles a estadios culturales superiores. Y aunque se me tache de snob o elitista, considero que no toda forma artística es igual y aquí no existe la democracia y por lo tanto siempre habrá espectáculos mejores que otros desde el punto de vista estético. Así que, era curioso observar la sala y descubrir que había más abrigos de piel que mozalbetes. Casi tanto como reafirmar que en todo lugar donde se escuche música clásica, los "ataques de tos" comienzan con la representación.
¿Alguna Natalie o Mila en el reparto que merezca la pena reseñar?
ResponderEliminarPor cierto, no puedo evitar pensar en ti cada vez que veo a Alfred en el velero, con todo el ballet ruso para él, cuando Bruce Wayne le comenta que le ve cansado y si estará bien sin él, y Alfred le responde con toda su flema británica (que es no s poca): You can tell me the Russian for "Apply your own bloody suntan lotion".
La verdad es que salvo un par de chicas,y no primeras bailarinas,no había nada destacable en exceso y no las puedo reseñar por carecer de programa de mano. Me pareció harto extraño, que no dieran absolutamente nada en el teatro.
ResponderEliminarLo de Alfred y viniendo de quien viene, habrá que tomar el elogio con enorme gravedad.