CONSIDERACIONES SOBRE "EL HOMBRE DE MACKINTOSH"
Esta tarde he vuelto a ver en un canal temático dedicado al cine esta correcta película. Y digo correcta, porque esta historia de espionaje no me parece un mal film, aunque tampoco nada extraordinario, a pesar de estar dirigido por uno de los grandes como John Huston, escrito por el más tarde muy conocido Walter Hill y protagonizado por el sublime Paul Newman o ese pedazo de actor llamado James Mason. Encima la música es del estupendo Maurice Jarre, la fotografía del gran Oswald Morris y la chica es Dominique Sanda, el único descubrimiento de mi admirado Robert Bresson que llego a hacerse hueco en la industria cinematográfica.
Aunque hoy no quiero hablar de las virtudes y defectos técnicos o artísticos sino de un par de oscuros pensamientos en los que he estado reflexionando al ver "El hombre de Mackintosh".
Como toda historia de espías ambientada en la Guerra Fría, existen una serie de dobles agentes que causan daño a la nación, en este caso Inglaterra, aunque sean personas en principio de conducta intachable. En este caso, un agente comunista es rescatado de la cárcel donde cumple su condena bajo el auspicio de un diputado muy crítico con el gobierno (Mason), que mediante una retórica muy populista y cargada de sentimientos patrióticos, entendemos que encandila a los ciudadanos. De hecho, tras los créditos iniciales le escuchamos en la Cámara de los Comunes burlándose de la frase de Samuel Johnson que decía "La patria es el último refugio de los canallas", que también y tan bien utilizó Stanley Kubrick en la, a mi juicio, obra maestra "Senderos de traición".

Lo peor del tema es que gracias a que han laminado la separación de poderes, han reducido la educación a crear súbditos votantes más o menos radicales y no ciudadanos libres y han prostituido el lenguaje con trillones de perífrasis para no decir lo evidente, han conseguido que las personas que habitan sus territorios, más o menos independientes, defiendan las ideas más peregrinas como se puede defender a un equipo de fútbol, apelando a la ilógica del sentimiento y no a la mucho más objetiva razón.

Supongo, y quiero creer que muchos de estos "hombres de estado" son honrados y ecuánimes, pero lo que no me cabe duda es que el sistema de financiación de partidos y la constatación de la muerte de Montesquieau y su separación de poderes han fracasado con estrépito y algo habrá que hacer, y siento mi pesimismo, pero no podemos esperar nada bueno de gente que actúa como agencias de colocación, padres caritativos y virtuosos de la enseñanza mientras crean el caldo de cultivo propicio para sus arteras estrategias y perpetuarse en el poder.
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