CONSIDERACIONES SOBRE "ROBERTO DEVEREUX (MADRID 3-10-15)"
Comentaba a raíz de la entrada dedicada a "Carmen" de Bizet, mi amor incondicional a la ópera, género musical, tal vez el más puro, que me entusiasma y parte fundamental de mi educación sentimental desde que la descubrí con diecisiete o dieciocho años.
Esta producción de la Welsh National Opera de Cardiff inauguraba la nueva temporada 2015-16 del Teatro Real de Madrid, la que ha sido mi segunda casa, junto a la Filmoteca Nacional, durante unos cuantos años.
Una obra que junto a "María Estuardo", "Ana Bolena" y "El castillo de Kenilworth" conforman el denominado periodo Tudor de Gaetano Donizetti, uno de los grandes "belcantistas" y autor de obras maestras como la trágica "Lucia de Lamermoor" o "El elixir de amor", mi comedia favorita, con el cínico Dulcamara, uno de los mejores personajes que ha dado la lírica y que he tenido la suerte de ver representada tanto en Madrid como en la Staatsoper de Berlín, en una puesta en escena "descacharrante" de la cinematográfica Percy Adlon. En esta ocasión, la dirección escénica corresponde al joven Alessandro Talevi y se nota el ser producción de teatro menor pues carece de la espectacularidad de otros montajes, aunque el sudafricano realiza una más que correcta labor, en un escenario pequeño, reducido, claustrofóbico, muy oscuro, en una época indeterminada, aunque por la sucia cristalera y el hierro que presiden las escenas recuerda a la revolución industrial inglesa. Su gran sorpresa viene por un elevador en forma de araña, visualmente muy efectivo y que nos permite entender el paso del amor al odio de su protagonista Elisabetta, la hija de Enrique VIII, Isabel I con su favorito Roberto Devereux, conde de Essex, que lleva a ejecutarle más por despecho que por la traición a la patria de la que se le acusa.
En la representación que vi, la Sinfónica de Madrid era conducida por Andriy Yurkevych, director ucraniano, al que no conocía, y que realizó un trabajo aseado y digno, dejando el lucimiento a los cantantes, encabezados por la soprano Maria Pia Piscitelli y el jerezano Ismael Jordi como tenor. Muy competentes, aunque por el vestuario y la peluquería parecían de edades similares, como imagino en la vida real, y no una anciana enamorada de un joven,cosa que suele suceder en numerosas óperas. También destacaron la "mezzo" Veronica Simeoni y el barítono Alessandro Luengo.

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