CONSIDERACIONES SOBRE "KATATONIA (MADRID 15-10-16)"
Publicada originalmente en Rockthebestmusic, se trata de la primera crónica que publico en dicho medio sobre el concierto de una sola banda, ya que había escrito sobre festivales y obviamente sobre cine, cosa que no voy a dejar.
Sábado 15 de octubre de 2016 era la fecha elegida por la banda sueca
Katatonia para su concierto en la capital de España. El lugar elegido era la
Sala But,
una discoteca señera en la noche capitalina y que desde hace varios
lustros ofrece conciertos en su programación y que llevaba unos cuantos
años sin pisar, así que una sensación de nostalgia y melancolía me
albergaba al bajar los múltiples escalones del local, muy en la línea de
las letras de los escandinavos.
Entraba justo antes del comienzo de Agent Fresco, por lo que no pude
ver a Volá, cosa que lamento y por la que pido disculpas y espero
enmendar en un futuro cercano. Los islandeses querían demostrar porque
fueron una revelación en la última edición del festival
Be prog! My Friend,
sorprendiendo con su llamativa propuesta que mezcla el rock progresivo,
con el pop, sobre todo en la línea vocal, con tintes en algunos temas
hasta de hardcore.

Inclasificables, aunque el cuarteto jugó con el numeroso público
congregado, con su puesta en escena luminosa y colorista y un front man
como
Arnor Dan Arnasson de melódica voz y que en algún
momento combinó con el sintetizador, cosa que se agradece, ya que
Katatonia apareció sin ese instrumento, con todas las bases grabadas,
cosa que por desgracia se está empezando a poner de modo entre las
diferentes formaciones y que desde aquí denuncio, pues es lícito en
agrupaciones que utilicen este instrumento en algún breve pasaje pero no
cuando tiene importancia en las composiciones. Y así “a vuelapluma”, se
me ocurren los casos de Fear Factory o Sabaton, como ejemplos de grupos
donde sucede esto. Moda que espero que pase pronto y se vuelva a
integrar a los teclistas como músicos irremplazables en un conjunto.
Dicho esto, es la única crítica negativa que puedo hacer al concierto,
pues su sonido fue casi perfecto, sonando limpios y en perfecta
sincronía, como un metrónomo, encabezados por un
Jonas Renske
al que no se le nota en la voz el paso del tiempo, cantando en la misma
tesitura que en estudio, con su fúnebre y eterna melena negra cayéndole
sobre la cara al interpretar cada corte y conjuntado con su sempiterno
escudero; el guitarrista
Anders Nyström y la segunda
guitarra, el bajo y la batería que dan forma a esos sonidos oscuros y
desasosegantes entre los que transita Katatonia, que sin dejar los
territorios del doom y el gótico han evolucionado hacia ritmos más
progresivos, cosa que se puede observar en su último trabajo “The fall
of hearts”, que venían a presentar y que abrían a las 21:30 con “Last
song before the fade”, sorprendente pues pensé que comenzarían con
“Takeover” que es el tema de apertura del disco pero su gélida y pesada
atmósfera con un escenario teñido de gélidas luces azules envolvía el
directo y los primeros compases de “Deliberation”, primero de los, nada
menos, que seis cortes que interpretaron del “The great cold distance”,
quizás su álbum más importante. De hecho del nuevo solo tocaron “Serein”
y “Old heart falls”, más la canción antes reseñada. “Dead letters” y
“Lethean”, interpretada en los bises fueron la muestra del “Dead end
kings” e importancia tuvo el “Night is the new day” con “Day and then
the shade” y “Forsaker”, con la que cerraron el directo antes de
aparecer con los tres bises.

Un repaso a toda su trayectoria con especial atención a su mejor
obra, donde además de “Deliberation” sonó en su hora y media de
actuación “Soil´s song”, “Leaders”, “In the White” y en la parte final
“My twin” y “July” que dejaron claro el excelente momento actual de los
nórdicos, con sus pesadas armonías y su sonido tan triste como sus
letras pero que suena convincente y atrayente en directo y que una But
llena y entregada a las evoluciones de los suecos agradeció con su
comunión sincera con la banda. Y a sumar al magnífico concierto, el
empezar a las 21:30 hizo que todo hubiese acabado a las 23:00, con lo
que pude cenar a una hora casi decente, un cachopo en la cercana “La
Camocha” y seguir la noche en algunos de los míticos bares de rock de
Malasaña, pero como se decía al final de “Conan, el bárbaro”… Esa es
otra historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario