miércoles, 30 de enero de 2013



CONSIDERACIONES SOBRE "EL LADO BUENO DE LAS COSAS"

Aquí tenemos, como todos los años, la comedia dramática independiente nominada a los Oscars. Se llama "El lado bueno de las cosas" y la dirige David O. Russell, un tipo del que me gustó mucho su anterior "The fighter" y que protagonizan el galán Bradley Cooper y una de esas chicas emergentes llamada Jennifer Lawrence, poseedora de un excelente "trasero", cosa que no he notado solo yo, pues en cuanto tiene oportunidad el director lo filma sin miramientos.
La película, a pesar de su irregularidad, es simpática y se ve muy bien, pero me ha hecho reflexionar sobre otras cuestiones más vitales que expondré a continuación.

Para no extenderme demasiado sobre los aspectos técnicos, tengo que decir que el arranque y la primera parte de la película son formidables. Tipo que sale de una institución mental por agredir gravemente al amante de su mujer, de la cual sigue enamorado, conoce a chica atractiva, muy arisca, ninfómana y bastante perturbada, todo ello por la reciente muerte de su esposo. Diálogos muy ágiles, la solvente dirección de David O. Russell, ¡que bien filma este hombre a la gente corriendo por las calles!, que recuerda ese tono casi documental en los planos de "The fighter". Robert De Niro vuelve a crear un buen papel, cosa que me alegra porque últimamente estaba de "capa caida", Bradley Cooper trabaja de forma magistral y Jennifer Lawrence funciona como mujer fatal y está más forzada en la edulcorada parte final. Y es una pena. Esa parte final lastra un poco el buen desarrollo anterior.
Pero lo que de verdad me sorprendió fueron otras cuestiones más personales. Lo primero es esa pasión, esa locura exacerbada que supone los deportes de masas. Aquí en "El lado bueno de las cosas" es el fútbol americano, pero se puede sustituir por el fútbol en buena parte del planeta. Ese ímpetu que puede sociabilizar a la gente, sacar lo mejor de cada uno o convertirnos en auténticas bestias, agredirnos sacando lo peor de cada persona. Como gran amante del balompié que soy, me quedo con la primera de las aseveraciones, ya que he conseguido gracias al fútbol, conocer lugares, amigos que todavía conservo, aunque sean de ciudades en las que no tengo vinculación alguna y que he conocido siendo rivales deportivos. Esto es algo que me encanta y por lo que merece la pena los desplazamientos, lo absurdo de que te importe los sinsabores de un equipo donde tu no juegas de forma directa.

La otra cuestión es la dificultad de encontrar pareja. En esta historia que comento, los personajes de Bradley Cooper y Jennifer Lawrence están desequilibrados emocionalmente por ciertos reveses amorosos del pasado que han desembocado en una enfermedad mental y que superan por el amor, el baile y otras actividades de ese tenor, más que por la ayuda de la terapia o los medicamentos. Como se puede ver, es una opinión bastante cuestionable pero que eleva el conflicto dramático y se consigue la bonita historia de superación personal.
El amor insano que siente Bradley Cooper por su mujer es casi platónico. Entendemos por los datos que nos ofrece la película que la percepción de su matrimonio es de cuento de hadas, infantil a más no poder y la vida de casada de Jennifer Lawrence se basa en una negativa sexual a su marido que desemboca al morir este en una culpa no superada, que la lleva a acostarse con todo aquel que quiera, buscando una amistad u otro amor que la "saque de ese pozo". Una postura que veo reflejada en la sociedad actual, donde por el temor a la soledad mucha gente se empareja haciéndose la vida imposible el uno al otro o hiriendo de forma bestial por la inseguridad, el miedo o no conocer el significado del amor, muy lejos de las preciosas novelas rosas que nos suele vender el cine. Cuando vemos o sentimos en nuestras carnes esos amores imposibles, irrealizables o utópicos suele ser por qué no aceptamos nuestras capacidades y elegimos como objeto amado algo fuera de nuestras posibilidades, pero que en verdad pensamos que merecemos.
Y es que, estoy más cerca de los cuarenta que de los treinta, no me he casado nunca y vivo solo hace ya bastante tiempo, algunos escarceos amorosos, no he tenido demasiadas novias y aún así, o por eso, pienso que el encontrar pareja empieza a convertirse en un contrato amistoso, más que en una pasión arrebatadora, que por otro lado suele acabar mal en múltiples casos. Enamorarse es bonito, pero hay que intentar que sea de la forma menos infantil posible. Las romantiquísimas y acarameladas pasiones mejor verlas en la pantalla de un cine.



7 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho esta entrada, José. Te has puesto nostálgico. Si es que en el fondo eres un sentimental.

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  2. Siempre lo he sido. como el personaje de Anton Walbrook en "la ronda" de Öphuls, vivo muy feliz en el pasado.

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  3. Pues es verdad, siempre lo has sido. Qué gran peli 'La ronda'. La música del principio siempre me ha recordado a la de 'La guerra de las galaxias'.

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  4. Uno de los grandes valses. http://www.youtube.com/watch?v=F9iSe-OTb1k

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  5. Acabo de ver la peli y no he tenido tiempo de digerirla. Pero de tu análisis me quedo con esta frase:

    "Una postura que veo reflejada en la sociedad actual, donde por el temor a la soledad mucha gente se empareja haciéndose la vida imposible el uno al otro o hiriendo de forma bestial por la inseguridad, el miedo o no conocer el significado del amor, muy lejos de las preciosas novelas rosas que nos suele vender el cine."

    Y me refiero a que precisamente la historia de amor de esta película, es una de esas historias de novela rosa que tanto parece criticar el director/guionista. Porque... ¡ya me gustaría aber cómo acaba la pareja después de 4 semanas de convivencia! ¿De verdad alguien se cree que van a estar en el sofá, abrazaditos y acaramelados como muestran en la escena final?

    En fin...

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  6. Arbalejo, ya sabes que cuando a Jose le dices que es un sentimental, sus oídos esuchan que es un semental...

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  7. Eso, Samuel está bastante claro, por eso digo que la parte final lastra un poco el buen desarrollo anterior.

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