viernes, 24 de octubre de 2014


CONSIDERACIONES SOBRE "ANNABELLE"

Ya hable en su día, de lo extraordinaria que me resultó Expediente Warren (The conjuring), una de las mejores películas de terror vista en muchos años. Dentro del alambicado y perverso mundo creado por James Wan, Annabelle se convertía en una siniestra entidad. Había que aprovechar el tirón.
Y ya que es lícito en televisión realizar un "spin off", proyecto nacido de otro anterior y que generalmente es protagonizado por un secundario de la "serie madre", también puede ser utilizado por el cine, como en otras ocasiones se ha realizado pero que se suele dar con más asiduidad en televisión, siendo el ejemplo más representativo "Frasier" que era un personaje de "Cheers".
Annabelle era una muñeca aterradora que aparecía en "Expediente Warren" y que la pareja protagonista lograba exortizar y guardar en lugar seguro y bendecido. A partir de esa premisa, construyen una nueva historia, con la muñeca como generador de problemas y donde acabaremos sabiendo más de su conducta criminal.
La dirige el director de fotografía de James Wan, John R. Leonetti, que en su dirección y puesta en escena se nota muy influenciado por la estética y puesta en escena de su maestro y muchos de los sustos son idénticos al universo Wan; los demonios que aparecen, la ambientación, las situaciones fuera de plano con el solo sonido... Lo que sucede es que Leonetti no tiene el talento de James Wan y a pesar de realizar un digno trabajo, dista mucho del resultado final de "Expediente Warren", "Insidious" o "Saw".
Dentro de los técnicos, su puesto habitual lo ocupa el casi debutante James Kniest, que firma una fotografía pulcra, la correcta edición del director de "Exorcismo en Georgia" y lo más destacado, la fantástica banda sonora de Joseph Bishara, músico de cabecera de Mr. Wan. tal vez, lo más irregular sea el guión de Gary Dauberman, ya que muchas situaciones no se cierran, por ejemplo los niños del edificio y personajes como el de Alfre Woodward no tiene mucho sentido, sobre todo sus reaciones. El matrimonio formado por Annabelle Wallis y Ward Horton, cumplen con sus previsibles papeles. Está claro que quien lleva el peso es la muñeca pero una vez superada la sorpresa inicial y según avanza la narración, el ritmo decae, a pesar de algún buen susto.
Lo que si me sorprendió es la pareja de hermanos, familiares o amigos que se sentaron a mi lado. Dos niños de unos doce años, que no se si por el miedo a lo que veían en pantalla o porque no les gustaba, se pasaron buena parte de la hora y cuarenta minutos que dura "Annabelle" jugando con las aplicaciones de sus teléfonos móviles. Imagino que sus progenitores estarían en otra sala del multicine, pero el caso es que me pareció impensable que con su edad hubiese hecho algo parecido, ya que el cine siempre ha sido para mi algo único y siempre me parecerá de una magia imperecedera la oscuridad de la sala, el sonido envolvente y las grandes pantallas de los cines. Supongo que como bastante gente, habrá intentado tener sexo en una sala vacía pero para mi siempre ha sido imposible, pues con un ojo estaba con la chica y con el otro siguiendo las visicitudes de los personajes y como siempre he mantenido "-Si las cosas se hacen, se hacen bien-". Para eso siempre existirán los vídeos domésticos, donde parar y retomar la imagen. Por eso el cine siempre será, para mi, superior a cualquier proyección doméstica.

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