sábado, 16 de mayo de 2015


CONSIDERACIONES SOBRE "SUITE FRANCESA"

Desde que vi el anuncio del estreno de "Suite francesa" hace un tiempo, esta se había convertido en una de las que más me apetecían ver. Una historia en la Francia ocupada por los nazis y que se basaba en una novela que tiene, tanta o más enjundia que lo contenido en sus páginas.
Y es que se basa en el libro de Irene Nemirovsky, una judía francesa, que fue deportada y ejecutada en Auschwitz, poco tiempo después de dejarla inconclusa y que muchos años después, en 2004, se encontró el manuscrito en un baúl de su hija, por lo que al poco tiempo se convertía en un best seller inmediato y póstumo.

El caso es que leí, poco tiempo después de su lanzamiento en España, allá por el 2005 0 2006, la novela, por una recomendación en un programa de radio y me sorprendió por estar escrito en plena contienda, en 1940, y narrar esa polémica conducta, como es el colaboracionismo. Como cierta gente, se dedicaba a saldar sus "viejas rencillas" denunciando, de forma anónima a sus vecinos, confraternizando con el enemigo o sirviendo de alivio sexual a la cansada tropa. En este pedazo de la Francia ocupada, es donde una mujer joven que vive con su suegra, con un marido perdido en el frente, se enamora de un oficial alemán, de buenas formas, recta educación, pero que cuando vienen los problemas y comienza una leve resistencia, dará cuenta del criminal estado para el que sirve y contra el que es medio imposible rebelarse.
La dirige Saul Dibb, responsable de una interesante película de época como "La duquesa". Esta también tiene el poso clásico, rodada de una forma académica, con una puesta en escena muy lograda y que consigue emocionar en más de un momento, además de comprobar las barbaridades cometidas por los nacional- socialistas. Guion fiel a la novela, que mantiene las constantes, el tono de denuncia y la evolución de su protagonista Lucille, desde el candor del inicio, los amoríos con el teniente germano y su posterior conversión a la lucha contra el invasor, dando la razón a su suegra, mujer ávara, resentida y egoista pero con las ideas claras sobre la no confraternización con los ocupantes. Para ello, es importante además del buen libreto del propio Dibb, junto a Matt Charman, el aspecto técnico, con una buena fotografía de Eduard Grau, del que hasta ahora conocía su buena labor en "Enterrado (buried)" de Rodrigo Cortés, el montaje del ganador del oscar por "Slumdog millionare" Chris Dickens, la banda sonora, basada en la orquesta y el piano de Rael Jones, muy de corte Rachmaninoff o la perfecionista dirección artística de Gareth Cousins. Maravillosa.
Aunque si por algo destaca Dibb, además de sus grandes ambientaciones, son los actores. y aquí vuelve a estar sobresaliente, con una pareja creíble y con gran química como Michelle Williams, que está creciendo muchísimo como actriz y el holandés Mathias Schoenaerts, acompañados por una estupenda Kristine Scott Thomas, en ese papel de mujer arisca que borda y una pléyade de secundarios de talento como el grandísimo Lambert Wilson, aquí secundario de lujo o una desconocida Margot Robbie, atractiva pero alejada del papel que la descubrió, como volcan sexual en "El lobo de Wall Street".
Habrá que seguir los próximos trabajos de Saul Dibb, un realizador interesante en el panorama fílmico actual, ya que con esta "Suite francesa" nos hace reflexionar sobre uno de los periodos más oscuros del tiempo reciente. Un genocidio, que se puede llamar tal, no como en estos años de lenguaje laxo, donde a cualquier cosa se le denomina así. Es cierto que existe intento de exterminio en la actualidad, pero sobre todo en Asia y África, por parte de el islam sobre la población cristiana. Y ante eso, occidente calla.

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