CONSIDERACIONES SOBRE "MONEY MONSTER"
Originalmente publicado en la web rockthebestmusic, donde desde hace poco que he empezado a colaborar. De hecho este es mi segundo artículo, tras el que escribí sobre la segunda parte de "Expediente Warren". El original de "Money monster" lo enlazo aquí.
Y eso es lo que destila “Money Monster”, un maniqueísmo recalcitrante
y unas ideas cuanto menos inquietantes, pues parece notorio que Jodie Foster
ha decidido que su combate contra el capitalismo es bueno y justo y por
lo tanto cualquier método es lícito y aceptable, aunque este sea
secuestrar y colocar un cinturón de explosivos al culpable de su mal.
Peligrosa argumentación, pues por esa regla de tres, quien puede negar
la misma conclusión al Ejército Islámico, la E.T.A. en sus años más
sangrientos, Hamas, Hezbola o cualquier otro grupo terrorista en la
conquista de unos valores y una verdad que ellos consideran
incuestionable. La diferencia con otros largometrajes de corte similar o
con el terrorismo clásico es que aquí el que actúa lo hace en
solitario, fórmula que están adoptando esos modernos salvajes como hemos
podido ver con los apuñalamientos de israelíes, ahora copiado por otros
colectivos o el reciente atropello masivo con vehículo pesado en el
paseo marítimo en Niza. No es la primera vez que se defiende el
principio de Maquiavelo “El fin justifica los medios”, pues de esta idea
bebía todo “El Padrino” (1972), aunque filmado con un gusto que solo un
elegido como Francis Ford Coppola podía dar, manejando
su trama entre argumentos brumosos, moviéndose entre las sombras del
pensamiento y de la fotografía de Gordon Willis, no hace mucho “V de
Vendetta” (2005) de James Mc Teague proponía una dura
pregunta: ¿es lícito el terrorismo para derrocar a un tirano?. Cuando la
solución es elegir entre el bien y el mal, todo es mucho más sencillo y
fácil para elegir. Y en nombre de esa justicia se pueden cometer las
mayores barbaridades, como se han cometido y se cometerán, laminando y
humillando al adversario, cuando no eliminándolo. Jodie Foster se deja
llevar por esta corriente al plasmar en imágenes la historia de Jim Kouf y Alan Di Fiore,
a los que no les niego buenas intenciones pero en nombre de las buenas
intenciones están plagados los cementerios o fosas comunes de la
historia. Por fortuna el “libreto” no tiene el talento del de Coppola y
Mario Puzo o de la nóvela gráfica de Alan Moore y no creo que trascienda
a la sociedad, pues todo en ella es previsible y las situaciones son
mecánicas y no están plenamente desarrolladas, limitándose a ofrecernos
una clase de ideología sin contenido.Los personajes son meros arquetipos, desde el joven estafado por un programa de televisión económico que quiere defender al resto de afectados, secuestrando al presentador y pidiendo explicaciones al alto ejecutivo. Desde el principio se nos ofrece al “chaval” como un buen chico al que la ruina que le han dejado los poderosos no le ha ofrecido más remedio que acabar con esta radical conclusión, y desde ese mismo punto de partida, sabemos que no tiene intención de matar a nadie y que solo busca justicia y publicidad. Otro punto debatible, pues siempre me ha hecho gracia como se justifica algunas barbaridades y conductas delictivas, centrándose en el aspecto moral, el ejemplo más claro que he visto es en “Buenos días, noche” (2003) de Marco Bellochio que trataba sobre el secuestro y asesinato del líder democristiano Aldo Moro, narrado desde el prisma de los asaltantes de las Brigadas Rojas, cuando en toda su filmografía siempre había narrado a los asesinos como gente sin escrúpulos ni moral y a los represaliados comunistas como mártires plenos de valores. Eso mismo hacía con enorme talento Bertrand Tavernier en su magistral “La carnaza” (1995) con tres casi adolescentes a los que un simple robo en el domicilio de un rico se les escapaba de las manos, acabando en un espantoso crimen. En “Money Monster” no hay el talento de Bellochio ni de Tavernier y el horroroso guion solo lo salva la modélica dirección de Jodie Foster que por lo menos consigue que su hora y cuarenta minutos tenga ritmo, mezclando los planos en 35 mms., con otros con otro grano, más televisivo yesos planos de la pequeña pantalla basados en la astracanada, los “ruiditos y lucecitas” y, de nuevo, el infantilismo, aunque sea un tema serio como es la economía. En España todavía no ha llegado en este ámbito pero sí en el de las tertulias políticas donde se utiliza ese mismo ritmo, videos de sonrojo, más próximos a un programa de humor que a una noticia seria e invitados y comentaristas cercanos al “frikismo”. Ahí cumple George Clooney que hace de George Clooney y una Julia Roberts que parece la reencarnación de Buda en la tierra, con tanta integridad y bondad, junto con Jack O´Connell, con un papel histriónico que junto a los secundarios de cartón piedra consiguen que por lo menos lleguemos al final sin ningún bostezo, por lo que hay que alabar el trabajo en la edición de Matt Cheese.
En este cuarto film de Jodie Foster parece que la doble ganadora del Oscar a la mejor actriz (“Acusados” (1988) de Jonathan Kaplan y “El silencio de los corderos” (1990) de Jonathan Demme) quiere narrar más de lo que le ofrece el guion, una descarnada crítica al capitalismo y como se aprovecha de la gente (palabra tan de moda en la actualidad), desde el complejo de millonaria que no sabe como pedir perdón por el “pastizal” que ha ganado. Lo hace bien y con ello consigue que “Money Monster” consiga el aprobado “raspado, uno de esos títulos donde la forma salva al fondo. Su trayectoria está jalonada de este tipo de críticas a la sociedad y al modo de vivir del mundo occidental, desde el niño prodigio con problemas de adaptación en “El pequeño Tate” (1991), en mi opinión su mejor película, la familia desestructurada de “A casa por vacaciones” (1995) o ese canto al espiritualismo y los nuevos gurús que nos cambian la mente y nuestro pensamiento en “El castor” (2011). No estaré de acuerdo con su planteamiento ni con su forma de ver la vida, el no tener que pedir perdón por ser multimillonario puede influir, pero prefiero este intento de narrar cosas interesantes, aunque sea fallido, que la cantidad de “pelis” con efectos especiales como únicos protagonistas o donde el plano- contraplano o secuencias que duran un nanosegundo es la forma de entender el cine de sus creadores. Eso sí que son “ruiditos y lucecitas”.




No hay comentarios:
Publicar un comentario