Si en más de una ocasión he dejado claro mi preferencia por algunas actrices como Jessica Chastain o Keira Knightley, empiezo a estar muy interesado en la forma de interpretar de Emily Blunt, de la que sus trabajos en "Looper", "Al filo del mañana" y, sobre todo, "Sicario" han hecho que me declare absolutor seguidor suyo. Ella era el principal motivo para ver esta película y como casi todas las reseñas ha sido publicada antes en Rock, The Best Music.
Otro best seller que llega en forma de adaptación cinematográfica y
como casi toda novela superventas se dedica a mezclar con mejor o peor
tino varios clásicos del género, en este caso del suspense y misterio.
Un poco de “La ventana indiscreta” de Hitchcock, un poco de Patricia
Highsmith o Agatha Christie, protagonista femenina con problemas y un
argumento de esos con sorpresa final que tanto gustan a los lectores de
los libros más vendidos.
Con esos mimbres estaba claro que “La chica del tren” buscaba el rédito
económico en la taquilla, cosa que visto la recaudación está
consiguiendo, pero en el largometraje hay bastante más, pues sus
responsables han conseguido un interesante vehículo de misterio con
muchas más cosas buenas que malas.
El artífice es Tate Taylor que tras la interesante “Criadas y
señoras” se confirma como un director a tener en cuenta, sobre todo en
la dirección de actrices, una especialidad que desplegó en su gran éxito
(pues el resto de su filmografía ha pasado desapercibida en España) con
una Emma Stone interesante y una Jessica Chastain estelar en un doble
papel del que era imposible pasar inadvertido. Y como sucedía en “The
help” aquí quien sobresale es una antológica Emily Blunt que se reafirma
como una de las actrices con más talento de la actualidad tras sus
convincentes trabajos en “Looper” o “Al filo del mañana”, donde no
desmerecía a Bruce Willis o Tom Cruise aun siendo vehículos para su
lucimiento (sobre todo esta última), y “Sicario” (en mi opinión lo mejor
que vi en salas en 2015) donde daba la imposible réplica a Josh Brolin y
Benicio Del Toro, ya que su papel era menos interesante “a priori” que
el de sus compañeros de reparto pero donde ofrecía un curso acelerado de
interpretación. En “La chica del tren” su rol es más complejo, al
encarnar a una alcohólica con problemas mentales que ve desde el vagón
que la conduce “a ninguna parte” una supuesta infidelidad que acaba en
desaparición. Ello le permite desplegar todos un abanico de gestos e
inflexiones en la voz que en manos de otra actriz más limitada causaría
bochorno pero la Blunt está soberbia, tanto que junto a la antes
mencionada Chastain es de las pocas actrices cuyo nombre es suficiente
reclamo para pasar por caja con sus nuevos trabajos. El resto del
plantel es convincente con la mitad inocente, mitad sensual Megan de
Haley Bennett, en hasta la fecha su mejor creación y Rebecca Ferguson
cada vez más asentada. Los chicos
en cambio se los nota demasiado histriónicos, tanto Justin Theroux como
Luke Evans, aunque marcados por el guion de Erin Cressida Wilson que,
como sucede en la novela de Paula Hawkins, en su afán de sorprender con
tantos giros y vueltas de tuerca acaba por convertir en un apacible
hombre en un monstruo sin escrúpulos y para que se vea esa “evolución
instantánea” pasa de ser alguien contenido a un loco preso de furia
homicida. Y esto es algo que siempre me ha parecido inverosímil en el
cine y tampoco es disculpable, a pesar de narrar la historia con
constantes saltos en el tiempo hasta llegar a entenderlo todo al final,
al estilo de “Memento” pero sin el talento de los dos hermanos Nolan en
la construcción del “libreto”, a pesar de que el montaje es más que
aceptable y la fotografía grisácea y plomiza de Charlotte Bruus
Christensen dota a la puesta en escena de Tate Taylor de la ambientación
adecuada.
Este es un claro ejemplo de como la forma puede superar al fondo
y que de una historia eficaz pero mediocre se puede elevar el resultado
final merced a la realización, como sucede en destacados trabajos de
David Lynch como “Carretera perdida” o “Mullholland Drive” donde
conseguía filmes de un poder visual asombroso pero con una historia
demasiado alambicada siendo generosos, ya que en algunos momentos puede
llegar a ser imposible de seguir. Parece claro que la capacidad
hipnótica de los guiones de Lynch está lejos del alcance de la novela,
donde a pesar de los saltos temporales y el montaje en paralelo se sigue
sin que apenas tengamos que usar la lógica, pues de lo contrario
veríamos como se derrumba el edificio pero Tate Taylor ha conseguido que
no exijamos lo que no se puede exigir y a cambio nos ofrece una hora y
tres cuartos de intriga, bien realizada y con una Emily Blunt
espléndida. Y eso con todo lo malo que llega a nuestras pantallas es de
agradecer y considerar el esfuerzo para que “La chica del tren” no
descarrile ni a nivel artístico ni en las listas de las más taquilleras.
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