jueves, 20 de diciembre de 2012




CONSIDERACIONES SOBRE CARL T. DREYER


Otro artículo escrito hace años para "Sombras recobradas" (www.sombrasrecobradas.com), la revista de la Asociación de Amigos de la Filmoteca Española.

                             
Carl Theodor Dreyer: La culpa y la redención





De entrada, hablar de la figura de Carl Theodor Dreyer resulta todo un reto, pues pocos directores en la historia del cine han cambiado tan radicalmente su estilo como el danés, y por subrayar esta afirmación con un ejemplo, solo recordar La pasión de Juana de Arco donde prácticamente todo el metraje se construye a base de primeros y primerísimos primeros planos de corta duración en contraposición a la puesta en escena, basada en un sobriedad y en una mayor longitud en la duración del plano en Gertrud. Dreyer nace en Copenhague en 1889 como hijo ilegítimo y es adoptado y educado por una familia de rígida moral luterana, lo que es más que probable que marque su cine, ya que a la clara religiosidad de su obra se suma el interés en la denuncia por la intolerancia social y moral.
1. Época muda
Tras sus estudios y un paso como periodista, entra a trabajar en la Filmkompagni, donde comenzará a escribir guiones para directores como Holger Mazsen, director de Himmelskibet, que inauguró el festival “Sombras recobradas” en 2007 o A.W. Sandberg, del que pudimos disfrutar Klovnen oNedbrudte nerver en 2007 y 2008, entre otros. A lo largo de estos veinte guiones va madurando su concepto cinematográfico hasta debutar en 1919 conEl Presidente (Praesidenten) sobre un juez que descubre que la joven a la que tiene que juzgar por infanticidio es su propia hija ilegítima, a la que siguen La viuda del pastor (Prästänkan) en 1920 sobre un pastor que debe decidir entre su prometida y una curiosa ley que le obliga a casarse con la viuda del anterior párroco mucho más mayor que él, la magistral Páginas del libro de Satán (Blade af Satans bog) rodada en cuatro episodios sobre el mal en la historia, la portentosa Los estigmatizados (Die Gezeichneten), también conocida comoAma a tu prójimo, que disfrutamos en la muestra de 2008, sobre la judeofobia más o menos velada en la Rusia zarista, pero perfectamente extrapolable a la actualidad en buena parte del planeta, Érase una vez (Der var engang) de 1922, sobre una frívola princesa sometida a un duro castigo para vencer su orgullo y Mikael de 1923, sobre un pintor bisexual en busca de la espiritualidad.
A pesar del tono claramente didáctico de todas estas primeras obras y unos recursos narrativos de una audacia innegable, las películas no tienen demasiado éxito, aunque todo cambiará con la maravillosa fábula de 1925 El amo de la casa (Du skal aere din hustru), sobre una mujer que enferma de los nervios por la tiranía de su marido que recibirá su justo castigo en forma de ama de llaves, uno de los más hilarantes personajes del cine mudo, a la que sigue en el mismo año, la correcta La novia de Glomdal (Glomdalsbuden) para desembocar en la celebérrima obra maestra de 1927 La pasión de Juana de Arco (La passion de Jeanne D’Arc) donde Dreyer consigue reflejar una de las mejores interpretaciones femeninas de la historia, en la piel, pero sobre todo los ojos de Renée Marie Falconetti, sin maquillaje de ningún tipo, que consigue emocionar con el dolor en sus formas más extremas, solo comparable al de la obra pictórica El descendimiento de Roger van der Weyden, que se puede admirar en el Museo del Prado.
La sobriedad en la puesta en escena y el hábil empleo en el uso del primer plano, le habían consagrado internacionalmente y es por ello que se arriesga en 1932 con una curiosa y extraña película de vampiros Vampyr, una de las más atmosféricas y oníricas realizadas sobre el tema, que resulta un completo fracaso y obliga al danés a no dirigir durante once años.
2. Época sonora
Este parón hace que Dreyer se replantee su forma de entender el cine y su paso al sonoro no puede ser más acertado, ya que en 1943 dirige la inmensaDies Irae (Vredens Dag) sobre una mujer acusada de brujería y condenada a la hoguera en una oscura comunidad luterana en la Edad Media. Para salvar su vida, acude a rogar al pastor que interceda por ella, al igual que lo hizo con la madre de su actual esposa o denunciará el hecho condenando a la mujer a la hoguera, ya que según la ley, la hija de una bruja, también lo es.
La complejidad de los planos es impresionante, la fotografía en blanco y negro absoluta con un juego de luces y sombras magistral y hay escenas que no se olvidan jamás como la ejecución de Martha de Herlof, rodada con una crudeza que ya quisieran para sí mismos, muchos de los nuevos directores que “pululan” por la escena actual. Imprescindible.
Al año siguiente dirige el thriller Dos seres (Tva människor), una película menor, que aparte se convierte en un fracaso comercial.
En 1955 rueda la para muchos (me incluyo) mejor película religiosa de todos los tiempos La palabra (Ordet), un drama en una pequeña comunidad de Jutlandia, de una familia con tres hijos.
Ordet es un prodigio desde el largo travelling de inicio, hasta llegar al milagro final, una de las mejores conclusiones que he visto en mi vida, rodado con unos movimientos de cámara realmente complejos, buceando en el alma y la psique de todos sus personajes, pero en especial en el hijo Johannes, un brillante estudiante de teología, supuestamente loco al identificarse con la figura de Jesucristo, debido al estudio detallado de la obra de Soren Kierkegaard.
La cinta recibió el León de Oro en el festival de Venecia y vista hoy en día conserva el esplendor con el que fue rodada hace más de 50 años.
Su última obra es la increíble Gertrud, rodada en 1964, donde la intensidad de los movimientos de cámara, otra lección en el empleo de la luz y la sombra, su barroca puesta en escena, demuestran a un Dreyer “en estado de gracia”, para contar un doble adulterio de una mujer que descubre que los hombres que han pasado por su vida anteponen otras necesidades al amor que ella está dispuesta a dar sin concesiones.
En 1969 muere sin poder rodar el gran sueño de su vida, un proyecto sobre la vida de Cristo, que a buen seguro hubiera sido otra obra maestra más.

2 comentarios:

  1. Que dirigir una maravilla como Vampyr le obligase a no hacer películas durante los siguientes 11 años, es una clara muestra de que su cine estaba muy pero que muy adelantado a su tiempo.
    José Luis, ¿nunca te has planteado escribir un libro sobre esos directores incomprendidos en su época que el tiempo ha mostrado que eran unos adelantados?

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  2. No, la verdad es que no,pero es una idea fantástica.

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