CONSIDERACIONES SOBRE "TODO FLUYE"


El testamento literario de Vasili Grossman es uno de esos libros imprescindibles para entender el régimen soviético y buena parte de la condición humana. Esta es una de esas novelas que una vez leídas se recuerdan siempre y es que a Grossman le funcionó muy bien novelar el durísimo sistema de la URRS y todo lo que ello conlleva: los gulag, las detenciones sin motivo, todas las delaciones para salvar la propia vida y muchas miserias más, entendibles y argumentadas de forma perfecta.

Esta magnífica obra fue terminada poco antes de su muerte, creyendo que su obra maestra "Vida y destino" no vería jamás la luz, al ser prohibida por el régimen estalinista y es un compendio de tragedias, solo comparable al "Archipiélago Gulag" de Alexander Solzhenitsyn. Un catálogo de como salvar la vida, incriminando a los demás o silenciando la caida en desgracia de conocidos, familiares y víctimas del sistema.
Todo el libro es una genialidad, pero en especial el capítulo tercero, donde repasa de forma clara, meridiana y en toda su crudeza, la enorme judeofobia que destilaba el régimen de Stalin. Un ejemplo es este amplio pasaje, que recuerda a la peor Alemania nazi: -Sus amigos médicos le contaban que trabajar en los hospitales y las policlínicas se había vuelto difícil, un tormento. Los enfermos, influidos por los terribles comunicados oficiales, se habían vuelto suspicaces. Muchos se negaban a que los médicos judios les curaran. Los médicos de cabecera explicaban que se recibía un gran número de quejas y denuncias por parte de la población acerca de tratamientos intencionadamente equivocados. En las farmacias, los clientes sospechaban que los farmacéuticos intentaban colocarles medicamentos envenenados; en los tranvías, en los mercados y en las instituciones se decía que en Moscú habían cerrado varias farmacias donde boticarios judíos -agentes norteamericanos- vendían píldoras de piojos desecados; se contaba que en las maternidades infectaban de sífilis a los recién nacidos y a las parturientas y que en las clínicas dentales inoculaban a los pacientes cáncer de mandíbula y de lengua...-

Lo peor del tema, es que pienso que el antisemitismo más rancio y muy similar a éste, está muy vigente en España y así no es nada extraño que en una conversación normal, con gente medianamente culta e incluso moderada en sus opiniones políticas,al hablar de Israel o los judíos "pierda los papeles", utilice argumentos parecidos a los del texto de "Todo fluye" arriba indicado y vocifere como un poseso insultando todo lo que tenga que ver con el sionismo y lo semita. Y es que no hemos olvidado nuestro pasado más racista y judeofóbico, aunque no se haya conocido jamás a un ciudadano israelí. Sólo por esto, "Todo fluye" es una necesaria lectura, pero también por mostrar los horrores del comunismo, aunque eso es otra historia que habrá que comentar otro día.