domingo, 13 de octubre de 2013
CONSIDERACIONES SOBRE "LA CIUDAD DE DUBLÍN"
Pues a cuenta de la entrada anterior que trataba sobre el "Ulises" de James Joyce, no hay mejor momento que pasear por la capital de la República de Irlanda, una ciudad que he visitado en algunas ocasiones y que siempre me ha ofrecido grandes momentos, aunque en mi modesto imaginario siempre esté asociada al autor de "Dublineses".
Y eso que nunca he hecho el "Bloomsday", el itinerario por las calles de Dublín en honor a Leopold Bloom, que se celebra el 16 de junio, día enque sucede la acción del "Ulises". Me encantaría poder asistir algún día, pero mientras tanto me conformo con haber llegado a algunos de los lugares que aparecen en la novela. Algo es algo.
El primer lugar de esta ruta por la nostalgia no vivida comienza en el inicio del libro, en el próximo y costero pueblo de Sandycove y con una espectacular vista a través del ferrocarril, llamado Dart, llegamos a la Torre de Martello, donde vive el desagradable Buck Mulligan. Hoy es el museo de James Joyce, pero de los alrededores de la bahía, es de las visitas más bonitas. La otra opción es llegar a Howt, pintoresco pueblo de pescadores donde ver las focas, comer pescado y si hace buen día visitar los acantilados, donde en días despejados se puede ver Escocia en el paisaje.
Pero volvamos a Dublín y al "Ulises". El lugar de peregrinación sería el James Joyce Centre, pero apenas tiene nada de relevancia y como casi todos los centros de interpretación decepciona. Eso sí, andando un poco podemos llegar a Eccles street, donde en el número 7, una placa indica que hay se sitúa la casa de Leopold Bloom. Desde allí se puede visitar la iglesia de Saint George y en O´Connell street, no solo encontraremos la oficina de correos donde Bloom recoge la carta, sino que podemos admirar la arteria principal de la ciudad.
Sin cruzar el río, se puede llegar a la actual James Joyce street, o Mabbot street en el libro, donde se sitúa la entrada al "barrio rojo", es decir el mítico capítulo 15, titulado Circe.
Una vez cruzado el río Liffey, podemos contemplar los lugares más famosos de la ciudad, el Temple Bar y sus pubs y locales, el imponente Trinity College, la estatua de Molly Malone, la fabrica de Guiness, el barrio gótico, la catedral de St. Patrick o la destilería de Jameson. Pero nos vamos a detener en otra de las arterias comerciales de la ciudad, en concreto en la calle Grafton, ya que entre sus tiendas de souvenirs y sus múltiples pubs, se encuentran dos sitios importantes en mi escala de valores. El primero, nada tiene que ver con la novela, pero como ya sabrá el lector de esta bitácora, me apasiona el rock, por lo que la estatua erigida al líder de Thin Lizzy; Phil Lynott es visita obligada. la segunda nos vuelve a llevar al "Ulises", ya que en la calle Duke se encuentra el Davy Byrne´s, donde Leopold Bloom para a comer en un momento de ese 16 de junio. Lugar imprescindible. Además un poco más arriba se encuentra la extraordinaria estatua de Oscar Wilde en el parque de Merrion Square y la casa del mismo escritor.
Solo por esto, merece la pena visitar Dublín, pero es que además uno lo puede pasar muy bien, ya que es una ciudad con bastante bullicio y vida. Grandes momentos los dejados allí, entre sus calles llenas de literatura... y de enormes juergas. Para que lo vamos a negar.
PD: Las fotografías están tomadas en el 2008 por el gran Chele Brasero, en un viaje inolvidable de unos cuantos amigos.
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Baile Atha Cliath... sí. Un gran destino. Con su ejército de tanquetas y panzers de asalto dispuestas a todo... jur, jur, jurrrr!!
ResponderEliminar¡Claro que sí, Chele!
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