lunes, 7 de julio de 2014


CONSIDERACIONES SOBRE "AZKENA ROCK 2014 (VITORIA 20-21-06-14)"

Ya comenté en la edición del pasado año, mi amor incondicional a este festival, todo un canto al rock y donde además de los cabezas de cartel se pueden descubrir un buen puñado de bandas, de las que uno con el tiempo se vuelve un incondicional, como me ha sucedido con los australianos "Dirty york".

Aunque vaya todos los años y me encante el ambiente y el buen nivel de las bandas, está claro que el festival vitoriano sufre los rigores de la crisis y cada año parece que pueda ser el último por la evidente merma de público y unos cabezas de cartel que convencen menos que otros años. Este año salvó bastante la "papeleta" Scorpions, pues gusten más o menos, si es un buen reclamo.

VIERNES 20
No llegué a ver la actuación de 13 left to die, ya que apuraba las últimas horas de la fenomenal comida y el tiempo amenazaba lluvia pero no podía perderme a Monster truck, una banda canadiense que toca un hard rock clásico con toques de blues rock, que parece sacado de los Estados Unidos. Solo tienen un disco en el mercado, pero es fantástico y en su poco más de media hora nos dejaron un gran sabor de boca con temas como "Old train" o "Sweet mountain river". Eso sí, milagro que tocaron en la carpa, pues en el recinto llovía a mares, con lo que suspendieron las actuaciones de Bombus, Hudson Taylor y Bourbon. Lo siento, sobre todo por los sanluqueños Bourbon, a los que me hacía especial ilusión verlos en un lugar tan señero.
 Así que tras guarecernos en un bar cercano, llegué a ver la actuación de Seasick Steve, un curioso bluesman al que el reconocimiento le ha llegado con más de 65 años, tras una vida nómada por diferentes paises. Blues pantanoso con tintes folk, muy basada en su guitarra "curtida en mil batallas" y en la voz cruda y rota. Una de esas sorpresas que te depara el Azkena.
Tras la actuación del estadounidense, se solapaba The Midnight travellers con The Stranglers. Elegí ver a los británicos, todo un clásico del punk rock de los setenta y los ochenta. Y da gusto escuchar en directo maravillas como "Golden brown", "No more heroes" o "Peaches". Me sorprendió en su hora de actuación, la cantidad de canciones que conocía y ese sonido tan característico que cabalga entre el punk y el ska, tipo madness o The Specials.
Y llegaba el plato fuerte del festival, pues los teutones Scorpions hacían presencia en el escenario. He dejado claro en esta bitácora, lo mucho que me gustan, escribiendo, incluso, una entrada sobre su concierto de Lisboa. En su hora y cuarenta minutos, no llegaron a las cotas de la capital portuguesa y no tocaron "No one like you" pero el repertorio fue muy similar. Aunque no fuese tan grande como el del Meo Arena, para mi siempre será recordado porque "llovía a mares" y no se por qué, pero los conciertos con lluvia siempre se recuerdan más. Ahora me vienen a la mente Metallica en el campo del Rayo Vallecano, con la gira del Black album o el visto hace unos años en este mismo lugar del gran Chris Isaak. Así que espero que con los años, este concierto sea recordado. Además es más que probable que sea la última vez que los vea subidos a un escenario.
Tras Scorpions, volvía a tocar elegir entre Attikus Finch y Turbowolf, cuarteto de Bristol, muy potente, con un hard rock con tintes de psicodelia, como deja claro su cantante con un enorme bigotón setentero. Sonaron demasiado altos y eso hacía que se perdieran demasiado los riffs y aunque no me resultaron malos, su estridencia hizo que su hora de directo al final fuese agotadora.
Y del escenario de la carpa al grande para ver a Marah, con su extraño proyecto de música tradicional de finales del siglo XIX y principios del XX de las montañas de Pensilvania. Tenía pánico de este directo y a los veinte minutos mis sospechas se confirmaron. Quizás no sea este el ambiente adecuado para disfrutar de lo que Marah ofrece. Ver a un chaval, rubio con rizos, de diez años tocar el violín con el resto de la banda ni siquiera me sorprendió y de su hora y diez minutos acabé aburrido demasiado pronto. Quizás en un festival indie hubiesen "pegado" más.
Y para cerrar, nada menos que Unida, la banda de John Garcia, uno de los fundadores de Kyuss, la que es probable que sea de las mejores formaciones de stoner rock. Me encantaron. Un trío que suenan de fábula, muy inspirados y que en una hora y diez minutos me dejaron atónito, sin poder para de moverme. A ello contribuyó el poder situarme en primera fila. Para mi, los triunfadores de la primera jornada.

SABADO 21

Tras ver a los amigos, comer con esos maravillosos pinchos que ofrece la capital alavesa, ser invitado a una boda y una profunda sobremesa, aparecí por el recinto de Mendizabala poco antes de comenzar los Violent Femmes y me alegré de llegar al inicio, pues empezaron con su tema más conocido "Blister in the sun". Todo un clásico del rock americano y en su hora de actuación nos ofrecieron un repaso a su dilatada carrera como "Kiss off" o "Add it up". Después de tantos años separados, uno se alegra que Gordon Gano y Brian Ritchie se hayan vuelto a unir y sigan en una forma envidiable.
Y de nuevo a la carpa, para ver a Joe Bonamassa, el fantástico guitarrista que dio una auténtica lección de blues y que me dejó atónito con temas como "Stop!" y alguna otra versión antológica, además de sumar su extenso repertorio. No fui el único que lo pensó, pues con la carpa a reventar, todo el mundo coincidía que estaba siendo uno de los conciertos del festival. Para mi el mejor de los del sábado. Una hora y diez minutos para degustar y que disfruté más en el segundo escenario que en el grande, con temas como "The ballad of John Henry", "Slow train" o "Dust bowl".
Y corriendo otra vez, para ver a Blondie, que tengo que decir que "a priori" me daba pánico. Pero a pesar que los de Debbie Harry no son los de hace treinta años, fueron simpáticos y entretenidos y en su hora y cuarto pudimos escuchar temas tan conocidos como "Heart of glass", "Call me", "The tide is high" o "Maria" y algunas nuevas composiciones un tanto extrañas con toques latinos.
Tras los neoyorkinos, les tocaba el turno a los australianos Wolfmother, una debilidad desde hace muchos años. Y los de Andrew Stockdale siguen haciendo un rock impresionante, aunque algo lastrados por el sonido no ofrecieron todo lo que ellos pueden dar, aunque está formación si es de una gran calidad, con el excepcional bajista y teclado Ian Peres, nos presentaron su nuevo trabajo y nos dejaron pildorazos de los antiguos como "Woman" o la espectacular "The joker and the thief" con la que se despidieron. Una hora y cuarto de disfrute.
Para finalizar dos bandas, relativamente recientes, de gran calado. el poderoso rock duro con toques setenteros de Royal thunder, unos estadounidenses con voz femenina que están asombrando a medio mundo y los alemanes Kadavar, con su mezcla de rock con doom y que pusieron el broche perfecto a una edición que nos ha transportado entre los setenta y principios de los ochenta, como el año pasado fue un viaje a través del doom.

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