CONSIDERACIONES SOBRE "THE GRANDMASTER"
Que Wong Kar-Wai es uno de esos directores que no dejan indiferentes, creo, que no lo discute nadie. A algunos les emociona en grado sumo, convirtiéndolo en un creador al que adorar y otros les indigna y aburre, catalogándolo como una farsa. Su nueva película, pienso, que llevará los mismos derroteros.
Y eso que no podré saber las reacciones de la sala, pues me encontraba un domingo por la noche completamente sólo pero si pude ver las caras de perplejidad de la anterior sesión, donde el público era de lo más variopinto, desde niños y jóvenes con la misma cara del que ve un cuadro de Rothko y no entiende nada hasta la "intelectualidad provinciana" del lugar donde resido. Todo un pequeño catálogo.
Y todo se debe a una engañosa publicidad, que vende la historia del maestro de Bruce Lee. Imagino que esto hace que se espere una película de artes marciales, tipo Jackie Chan o John Woo. Nada que ver, es ante todo un film de Wong Kar-Wai, con todo lo que eso conlleva.
Preciosista en la fotografía, el trabajo del francés Philippe Le Sourt es admirable, filmando hermosas tomas de un virtuosismo impresionante, ante todo las escenas en oscuridad, destacando la secuencia inicial en un callejón con lluvia y un combate en una estación de tren con nieve, que consiguen no despegar los ojos de la pantalla. Los tics habituales de Wong Kar-Wai están también presentes, con esas cámaras lentas, los movimientos cadenciosos y los primeros planos que son "la marca de la casa" del cineasta hongkonés. Todo muy poético, un homenaje al kung-fu, no solo como arte marcial, sino como forma de vida. Con unos actores excelentes, encabezados por el siempre eficaz Tony Leung, con el que ya trabajó en la, que a mi modo de ver, es su obra maestra "Deseando amar" o en su aburrida continuación "2046" y la bellísima y expresiva en su gelidez Zhang Ziyi.
Pero el "handicap" para el público mayoritario, sin duda es el guión y el montaje. La historia cuenta la vida de dos maestros del kung-fu; Ip Man y Er Gong, durante casi dos décadas, en los que se pasa de la lucha por el control entre el norte y el sur de China, la invasión japonesa y la posterior huida a Hong Kong. Todo narrado en forma de capítulos, monólogos interiores y diálogos cargados de una poesía y filosofía oriental, que traslada en cada combate, convertidos en auténticos ballets visuales y de un plasticismo indudable. Una forma arriesgada de entender el cine y que encima es editado con un montaje paralelo y con saltos temporales que, por desgracia, al final consigue crear desconcierto y no tener muy claro que es lo que está sucediendo.
Tengo que confesar que tardé cerca de tres cuartos de hora, en entender un mínimo hacia donde quería llegar Wong Kar-Wai con "The Grandmaster", sobre todo con la relación amorosa, del todo utópica, como sucedía en "Deseando amar". La música también es importante, pero no tanto como en sus anteriores trabajos, donde se convertía en un personaje más.
Bonita, cuidada e interesante, pero, ¡aviso a navegantes!, difícil de ver, complicada en su puesta en escena y alejadísima del cine de artes marciales al uso. Es interesante construir con estos mimbres, un poema visual de más de horas y si encima puede funcionar en taquilla, mejor que mejor. Esperemos que Wong kar-Wai no tarde otros seis años en volver a rodar, no lo hacía desde "My blueberry nights" y vuelva al sendero de sus tres primeras, y estupendas, "Chungking Express", "Ángeles caidos" y "Happy togheter" y llegar a la excelencia que consiguió con "Deseando amar".
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