CONSIDERACIONES SOBRE "LA GRAN BELLEZA"
Hace demasiados años que el cine italiano dejó de ser grande y a pesar de algunos éxitos relativos, sus títulos nos llegan con cuentagotas y no suelen pasar del aprobado raspado. Por eso me ha emocionado "La gran belleza", una propuesta con vocación de trascendencia en el orbe cinematográfico y que debería estar entre las mejores películas del año.
La dirige Paolo Sorrentino, que impactó en su día con "El divo" sobre el polémico político Giulio Andreotti y que su último trabajo había sido "Un lugar para quedarse". con un imposible Sean Penn con "look" gótico a lo Robert Smith, lider de los británicos "The cure".
Esta "La gran belleza" es su filme más arriesgado pero consiguiendo crear su obra maestra. Muy deudora de Fellini, sobre todo de "La dolce vita" y "8 y medio", y lo mejor es que no lo oculta, aunque nos ofrece un producto novedoso y estéticamente muy bello que durante dos horas y cuarto nos ofrece un ejemplo de puesta en escena perfecta, combinando el clasicismo en los movimientos de cámara con otros muchos muy rompedores e hipnóticos, creando una coreografía filmada muy difícil de superar.
Ahí reside su secreto, pues el guión es una fabulación sobre un periodista y escritor que acaba de cumplir 65 años, culto, rico, misántropo y "bon vivant" en su búsqueda de la gran belleza, en una Roma decadente de fiestas hasta el amanecer, snobs, botox, cardenales, santas y putas. Éste Jep Gambardella se convierte en una especie de remedo del Mastroianni de "La dolce vita", aunque actualizado a los nuevos tiempos post Berlusconi.
Magníficas las interpretaciones, capitaneadas por el actor fetiche de Sorrentino, Toni Servillo, que crea un personaje de los que no se olvidan con facilidad, pero todo el reparto está formidable con intérpretes de más de cincuenta años en su mayoría y en el que aparece un mito erótico de los ochenta como Serena Grandi, como metáfora de la decadencia física y moral. Utilizar un "casting" donde no existe la juventud, de forma deliberada, me parece sublime. Acentúa esa sensación de vacío y de tiempo perdido.
Y si la parte artística es espectacular, impresionado me ha dejado buena parte del elenco de técnicos, contando con su grupo de confianza como la acongojante fotografía de Luca Bigazzi, que me ha recordado a los grandes cinematógrafos del cine italiano como Tonino Delli Colli o el extraordinario montaje de Cristiano Travaioli, digno sucesor de Nino Baragli y la alucinante banda sonora, de las mejores adaptadas en mucho tiempo, con una enorme cantidad de canciones que encajan a la perfección.
Una Roma, mostrada como un protagonista más, como en la cinta homónima de Federico Fellini, con fiestas excesivas en la enorme terraza con vistas al Coliseo, de la mansión del protagonista, personajes ricos y refinados con una enorme podredumbre moral, obras culturales de vanguardia estúpidas y vacías, casi tanto como el mundo que describe, en el intento de encontrar belleza entre tanta ruina. Y todo contado con planos sugerentes y un toque de realismo mágico y excelentes diálogos, que me ha hecho muy feliz durante todo su metraje. ¡Vaya que si!.
Y es que todos buscamos, en mayor o menor medida la gran belleza, según nuestras posibilidades y en estos años de memoria calcinada, hemos descubierto nuestras miserias, tiempos donde el mundo nos ha golpeado sobre los pilares del falso estado del bienestar y a algunos nos ha obligado a plantearnos ciertas decisiones sobre nosotros mismos y el pequeño universo que nos rodea.
Maravillosa historia esculpida en el tiempo con un cincel de paradójica finura.
ResponderEliminarCada día no es un día; es Tu día.
Una joya imperecedera.
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