martes, 18 de marzo de 2014
CONSIDERACIONES SOBRE "EL RÉGIMEN DEL PIENSO"
Pues llegaba al Teatro Muñoz Seca de El Puerto de Santa María esta transgresora obra, escrita por Eusebio Calonge e interpretada por la compañía jerezana "La Zaranda", los cuales han conseguido su espacio en el complejo mundo del teatro independiente. No se podía faltar.
"El régimen del pienso" es un texto amargo, que crea una sensación de desasosiego importante con numerosas virtudes y algunos defectos, con una dramaturgia bien creada y muy bien defendida encima de las tablas.
Y no es fácil, ya que la historia comienza con una epidemia porcina en la que los veterinarios no se ponen de acuerdo en las causas, para pasar a una autopsia en la que se convierten en cirujanos, practicando la necropsia a un cadáver humano y enlazando a los cerdos con los hombres, para asistir a la caída en desgracia de uno de los operarios porcinos, tras eliminar su puesto de trabajo por la crisis alimentaria creada por la pandemia.
Lenguaje burocrático con tintes orwellianos y de pesadilla kafkiana son sus principales argumentos para el triunfo, aunque no inventa nada nuevo, pues los paralelismos con la situación actual en España es obvia y a pesar de lo interesante del texto y de buena parte del diálogo, el exceso de lugares comunes lastran un tanto la interesante propuesta. Aunque dura solo una hora y veinte minutos, en algún momento, confieso, que miré el reloj y eso es mala señal y es probable que sea más culpa mía que de lo que se reflejaba en el escenario, que como dije antes, en principio me tenía que interesar, pues Franz Kafka se incluye entre mis autores favoritos y el mostrar el inmenso poder de la burocracia, es un tema que me apasiona.
Una puesta en escena sencilla pero muy eficaz, con los cuatro actores llevados por cables desde el techo y cajas de metal que se transforman en sillas, mesas de autopsia, archivadores o taquillas, elevando ese tono de horrible sueño administrativo. Una alegoría en toda regla. Muy bien dirigida por Paco de la Zaranda y con un acompañamiento musical estupendo, con el concierto para trompeta de Hummel o un Coro de monjes y niños brasileño.
Los cuatro interpretes cumplen su cometido desde el déspota jefe que arregla todo con un alambicado lenguaje impersonal y burocrático hasta el desdichado "sosías" que suplica e intenta superar la injusticia cometida con él. Ellos son Javier Semprún, Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Luis Enrique Bustos, una buena muestra de la gran escuela actoral que puebla Andalucía.
Para acentuar más la broma administrativa, me sorprendió encontrar un texto escrito por el ayuntamiento de El Puerto y que dice así: "-Tengan en cuenta que las grabaciones de sonido, vídeo y foto -también para uso privado- están prohibidas por la Ley. Apagar sus teléfonos móviles antes de que empiece la función y desconectar las alarmas de sus relojes. Que no está permitido el uso de dispositivos móviles (teléfonos, tabletas) porque la luz de la pantalla puede desconcentrar a los actores y al público en general. Evitar los sonidos molestos como toser. la tos a elevado volumen puede influir en la concentración del artista y en el placer del público. Los decibelios de la tos equivalen a un toque de trompeta y se puede reducir bastante por el filtro de un pañuelo. Nuestras azafatas tienen preparados para ustedes pañuelos y caramelos Ricola que refrescan la voz y la garganta-".
Enorme. Pero es una gran demanda, ya que los conciertos de tos humana que padecemos en los teatros españoles demuestran que todo es contagioso, ya que es apagar las luces y subir el telón y las peores epidemias de gripe y sus signos evidentes empiezan a manifestarse. En el próximo capítulo, también deberían escribir algo, como no hablar en alto o por el móvil, ya que hasta esos extremos hemos llegado en las representaciones. Tan kafkiano como "El régimen del pienso"
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