viernes, 21 de marzo de 2014


CONSIDERACIONES SOBRE "LA BELLA Y LA BESTIA"

Nueva versión de la inmortal leyenda de "La bella y la bestia", con numerosos aciertos y algunos errores y que consigue transitar entre el cine de adultos y del infantil. Lo cual, además de complicado es de agradecer. No demasiada gente se atreve.
Pero claro, el autor de esta moderna adaptación, moderna por el año de su realización, pues la historia transcurre en su tiempo original, es Christophe Gans, un director que se prodiga muy poco y del que he visto toda su filmografía desde su capítulo en "Necronomicón" que vi en la extinta Mostra de Valencia, hace unos veinte años, aquel interesante comic llamado "Crying Freeman" y las más famosas y apasionantes "El pacto de los lobos" y ante todo "Silent Hill", la, en mi opinión mejor película basada en un videojuego que se haya rodado nunca.

Como se puede observar, buenos precedentes. El resultado final, atrae mucho, pues ha sabido combinar con maestría, el toque macabro, gótico y oscuro, con la luminosidad y el amor verdadero que se presupone a un cuento de hadas. Aún así, los personajes son ambiguos y, salvo el de Bella, llenos de defectos y, en un buen número, bastante miserables. Encabezando el reparto está ese todoterreno que es Vincent Cassel, al que desde hace demasiado tiempo se le ha encasillado en tipos enloquecidos y atormentados. Aquí no difiere demasiado con esos roles, como ya escribí en la entrada dedicada a "Trance", pero cumple de sobra y sigue demostrando ser uno de esos actores llamados "de raza". El contrapunto es la guapa, fría y poco expresiva Léa Seydoux, una Bella, muy interesante y que con su gelidez, aporta mucho a la idea que siempre he tenido del personaje femenino de esta historia. Muy buenos secundarios encabezados por André Dussolier, uno de los importantes del cine francés, el español Eduardo Noriega, el malo de la función, intentando ganar con los años peso dramático en sus papeles y las dos hermanas, encarnadas de forma perfecta por Audrey Lamy y Sara Girardeau. Consiguen que sus personajes sean creíbles y un fantástico elenco artístico.
En cuanto a los aspectos técnicos, me ha sorprendido la fotografía de Christophe Beacurne, que es muy bella es innegable, pero no he terminado de entender la dicotomía, pues alguna parte resulta demasiado oscura en exteriores y cuesta ver lo que sucede en pantalla, imagino que en vídeo peor todavía, aunque las partes luminosas y las sombrías en interiores son de una altísima calidad. Un montaje hábil, en paralelo, con flash back, aunque parece lineal demuestran el virtuosismo de Christophe Gans. El autor de la edición es Sèbastien Prangére. Música cumplidora, nada más, de Pierre Adenot, efectos especiales limitados pero eficaces y un magnífico diseño de vestuario y dirección artística de Pierre Yves Gairaud y Virginie Hernvand, dotan a toda la cinta, de un magistral empaque.
Pero el maestro, absoluto, de ceremonias es su director Christophe Gans, que ofrece todo un compendio de buenas formas y dotar de ritmo narrativo, que aunque en algunos momentos resulte excesivo, no influye demasiado por la propia producción y plasma con mucha imaginación los aciertos del guión, firmado por el propio Gans junto a Sandra Vo-Anh. Una gran versión para los nuevos tiempos.
Y esta es el tercer montaje que veo tras el de Cocteau de 1946, que vi hace unos cuantos años en la Filmoteca Nacional y el de Disney que vi de jovencito, en el Palacio de la Música, cine que ya no existe. me han gustado todos en sus diferentes visiones, más triste o más edulcorada. Este tiene más puntos en común con el de Cocteau, aunque no llega a las cotas de tristeza y lirismo que el interpretado por Jean Marais, es una propuesta interesante para ir al cine. Incluso se puede engañar y llevarse a los niños. No es la mejor idea, pero puede valer.


No hay comentarios:

Publicar un comentario