lunes, 24 de junio de 2013



CONSIDERACIONES SOBRE "LA QUINTA MUJER"

Lo reconozco. Soy un gran amante de la novela policiaca desde hace más de una década. De hecho, últimamente no hago otra cosa que leer libros de asesinatos, detectives, policías y tramas similares. Escritores de este género hay muchos y en los últimos años han surgido en Escandinavia un numeroso grupo de novelistas. Es verdad, que hay un buen puñado, pero para mi Henning Mankell será siempre el primero de la lista y este "La quinta mujer", la mejor novela policiaca que he leído nunca.


Y que tiene de especial este libro en comparación con otros de parecida temática. Sin duda, es el tono. Me encanta como escribe Henning Mankell. Este es el sexto libro de su conocido inspector Kurt Wallander, tras el formidable "Asesinos sin rostro", el inolvidable "Los perros de Riga" y los interesantes "La leona blanca", "El hombre sonriente" y "La falsa pista" y es de una emoción tan intensa que una vez acabado no se olvida con facilidad.
Un argumento de los que "enganchan", ya que trata de una serie de tres asesinatos, a cada cual más incomprensible y más sádico,aquí copio la sinopsis del reverso de la novela, "-La placidez habitual de la ciudad sueca de Ystad se ve rota cuando, con cierto intervalo de tiempo, tres hombres aparecen salvajemente asesinados. Las víctimas llevaban una vida apacible y tranquila, dedicadas a la ornitología, el cultivo de orquídeas y la poesía, lo cual hace aún más incomprensible el casi insoportable sadismo de que han sido objeto. Durante la investigación del caso, Wallander -un detective vulnerable y con aires de antihéroe- descubre que no sólo debe enfrentarse a un asesino de temible inteligencia, sino que éste parece guiarse por un sanguinario y turbio deseo de venganza. Cuando por fin la policía cree estar tras la buena pista, un nuevo asesinato da un vuelco a la investigación y provoca un motín entre la asustada población local.-".
Como se puede observar, es un prometedor argumento, pero lo mejor es como lo cuenta Mankell. He llegado a experimentar el frío de la ciudad de Ystad y muchos de los lugares que aparecen en la novela, son muy reconocibles para mi, a pesar de no haber pisado esa ciudad de Escania en mi vida, ¡algún día lo haré!, y así la playa de Mossby Strand, la Stortorget o la comisaría de Ystad acaban convirtiéndose en lugares familiares. Y para mi, eso es uno de los puntos fuertes que tiene que tener el género detectivesco. La ciudad es otro de los personajes cruciales y tiene que tener un enorme peso en el ritmo. Nadie mejor que Mankell ha conseguido esto y la comunión entre Wallander e Ystad es perfecta. Tanto que hasta hay una extraordinarie serie de la BBC, con Kenneth Branagh haciendo de Wallander y algunas películas suecas.

Otro punto, muy a su favor, es la investigación del caso. Toda ella se basa en el duro trabajo de toda la comisaría. El dormir poco, amar lo que se hace y trabajar en equipo. Aquí nada llega por inspiración y si es así, se debe a estar "metido de lleno" en el complicado caso. No es de extrañar, que "La quinta mujer" tenga un desenlace, sin cabos sueltos y muy bien cerrado.
Y si los secundarios están muy bien analizados y tienen interés, el protagonista Wallander es magnífico. Divorciado, un poco amargado, amante de la ópera y con problemas afectivos, pero un trabajador incansable y muy devoto al deber. Lo que vendría a ser un excelente profesional. Está definido, de forma formidable, pero una de las cosas que más me han sorprendido es su diálogo con su maestro Rydberg, algunos años muerto, y que recuerda a Sócrates con su daimón, en palabras del filósofo José Sánchez Tortosa, al hablar de "Pisando los talones", otra de las novelas de la serie.
Bien, como dije al inicio, Henning Mankell es el número uno. Últimamente he descubierto otra serie con la que me estoy enganchando. El detective Erlendur Sveinson, del islandés Arnaldur Indridasson, de mucha calidad literaria, como es el inspector Javier Falcón de Robert Wilson, el comisario Michael Ohayon de Batya Gur, el Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, el Salvo Montalbano de Andrea Camilleri o los mucho más flojos Brunetti de Donna Leon o la Killsey Millhone de Sue Grafton, de la que no me gusta nada que escriba en primera persona. Eso sólo se lo puedo perdonar a Raymond Chandler o Dashiel Hammet y a nadie más. Supongo que es cuestión de talento.

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