sábado, 31 de agosto de 2013


CONSIDERACIONES SOBRE "LAS SABIDURÍAS DE LA ANTIGUEDAD"

Michel Onfray es un filósofo radical que está intentando cambiar el pensamiento dominante en la filosofía, tarea muy ardua y que de momento me parece un escritor a seguir. Se puede estar de acuerdo con él o no, pero su labor de investigación y de divulgación es sumamente atractiva.
Este es el primer volumen de los seis programados con el esclarecedor título de "Contrahistoria de la filosofía" y que como dije en el encabezamiento se trata de "Las sabidurías de la antiguedad".
Epicuro de Samos
Lo que está intentando Onfray es desbaratar la "escuela oficial" de corte ascético, espiritual e idealista que comenzaría con Platón y estaría de forma posterior marcada por el cristianismo, por otra "filosofía del cuerpo" y claramente hedonista. Bajo la idea de que la historia la escriben los vencedores, Onfray se "queja" del olvido de muchos filósofos fuera del mundo del espíritu y las ideas, sin abarcar la "pulsión de muerte" y que ofrecen un goce del cuerpo y una alegría de vivir.
Los elegidos para este primer libro son Leucipo, Demócrito, Hiparco, Anaxarco, Antifón, Aristipo de Cirene, Diógenes, Filebo, Eudoxio, Pródico, Epicuro, Filodemo de Gádara, Lucrecio y Diógenes de Enoanda. Los más interesantes, en mi opinión, son Demócrito, Aristipo de Cirene, Epicuro y Lucrecio, aunque el ensayo se lle muy bien y todos los autores acaban siendo interesantes, en mayor o en menor medida.
Como comenté con anterioridad, Onfray es bastante radical y aunque solo había leido su extraordinario "Tratado de ateología", creo vislumbrar lo que intenta realizar con sus obras. Y es que, partiendo de la base que el plan de estudios de filosofía es casi común en todos los paises, esto llega a convertirse en un pensamiento único, en una especie de secta de señores pensantes, así piensa Onfray. Y lo dice uno de ellos, pues fue lo que estudié en la universidad.
Y lo que pretende es volver a la idea del jardín de Epicuro, donde se enseñe el goce, el placer y llegar a la ausencia de turbación y la ataraxia.
Tema que me interesa mucho, pues cuando comento que me declaro hedonista, la gente suele entenderlo mal, pues por muy de izquierda que el tipo sea o radicalmente anticristiano, la moral la llevan implícita. Ser hedonista no significa ser una especie de degenerado, egoísta y vil, sino un buscador de placer. Y aquí hay que separar el placer inmediato, cinético y menos valorable como sería eliminar el hambre comiendo, con el placer catástemático como sería conseguir eliminar la sensación de hambre y con la que eliminaríamos el dolor del cuerpo (aponía) y el del alma (ataraxia). Es lo que llevo intentando toda mi vida, aunque todavía sin demasiado éxito, pues mi hedonismo no es de corte monacal como el de Epicuro que diferenciaba entre deseos naturales y necesarios, naturales y no necesarios y no naturales y no necesarios. todavía me interesan bastantes de estos últimos, como serían las bellas artes o la alta gastronomía, pero si que intento llegar a la busqueda del placer y por lo tanto de la felicidad. Aunque también pueda ser eudemonista, es decir, el que busca la comodidad. Cualquiera sabe. Como dijo Aristipo de Cirene -"El problema no es entrar en el burdel, es saber cuando uno tiene que salir". Así con todo en la vida. No es mala filosofía.

2 comentarios:

  1. Buena propuesta. ¡Ah, amigo! El encuentro con la aponía y de la ataraxia es una laberíntica búsqueda. Acuérdate del barril de Diógenes: a veces hay que ausentarse de eses deseos no naturales y no necesarios para encontrar esa felicidad. La acumulación de experiencias y de sensaciones que nos proporciona la cultura (esa creación humana) no nos lleva a la ataraxia. El budismo que busca la eliminación del deseo es una propuesta encaminada a ese logro. Pero, entonces, ¿dónde ubicamos toda la felicidad que nos ha otorgado la cultura?. Difícil simbiosis, querido amigo.

    Arbalejo

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  2. ¡Difícil elección. Muy difícil! Por eso mi hedonismo,como comentaba en la entrada, no es de corte monacal y me permito ciertos deseos no naturales y no necesarios.

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