domingo, 10 de noviembre de 2013
CONSIDERACIONES SOBRE "ESPERANDO A GODOT"
Llevaba desde agosto, cuando hablé del "Julio César" de Shakespeare, sin ir al teatro, por lo que ya empezaba a tener ganas y están han podido quedar mitigadas , ya que anoche asistí a este nuevo montaje, de una obra tan imperecedera como el "Esperando a Godot" de Samuel Beckett.
La dirige Joan Font. director y fundador de la compañía "Comediants" y su idea de ambientarla en el mundo de los clown, me parece, sencillamente, maravillosa. Toda la sensación onírica, con esos diálogos repetidos, su carente significado y su falta de unidad dramática, tan propios del teatro del absurdo, se envuelven en un halo de misterio visualmente muy bello y difícil de olvidar.
El hecho de ser clown y utilizar los recursos sonoros de este gremio, entronca, de forma directa, con los grandes humoristas estadounidenses de los años veinte, treinta y cuarenta como Buster Keaton, Harold Lloyd, Charles Chaplin, Laurel y Hardy o los Hermanos Marx, pues no es casual que sean dos vagabundos como Chaplin, con una relación similar al "Gordo y el flaco (Laurel y Hardy) y con momentos tan divertidos como los del cambio de sombreros, en una escena muy parecida a la de "Sopa de ganso" de Leo Mc Carey, con los inmortales Groucho, Chico y Harpo.
Los actores cumplen a la perfección sus papeles y tanto Gregor Acuña como Gogo, Javier Centeno como Didi, Manuel Rodríguez como Pozzo, Oriol Boixader como Lucky y Jasio Velasco como el mozo consiguen hacernos reir y emocionarnos con esta tragicomedia que Samuel Beckett escribió en 1952 y que se ha convertido en un clásico del teatro contemporáneo.
La escenografía sigue la linea marcada por Beckett de " Un camino en el campo.Un árbol. Por la tarde" y manteniendo ese minimalismo, lo ambienta una pista circular de circo con sus candilejas alrededor y sus confeti y serpentinas creando una colorida suciedad. Maquillaje de clowns y vestuario acorde, pero muy sucio y desgastado para que no olvidemos que son vagabundos. Otro acierto. La puesta en escena es brillante, consiguiendo esa sensación de hastío en los personajes donde parece que nada pasa... dos veces, por cada uno de los dos actos que componen "Esperando a Godot".
De sobra es conocido el argumento. Dos vagabundos esperan junto a un árbol a un tal Godot, con el que tienen una supuesta cita, mientras esperan en vano, aparece un déspota señor con su esclavo y más tarde un muchacho para decir que Godot no vendrá ese día, aunque con probabilidad puede que al día siguiente. La acción se repite dos veces donde disertarán de diversos temas, sin que ocurra ningún hecho a destacar o demasiado relevante.
Algo que me sorprendió, pues al salir del teatro escuchaba a dos señores, perfectamente trajeados, pontificar, con una suficiencia extrema, el poco sentido de la obra, lo aburrida que era y que quien la haya escrito es un imbécil. Además añadían que no pasaba nada y que todo se repetía. No daba crédito. Seguían enzarzados en estas cuestiones y ante su elevado tono de voz, no pude reprimirme y les dije que eso es el teatro del absurdo. Se callaron y me miraron como quien ve un cuadro constructivista ruso y no entiende nada. ¿Por qué esta gente tiene que vociferar su ignorancia a la gente alrededor?. No hay nada de malo en no conocer a Samuel Beckett, "Esperando a Godot" o el teatro del absurdo. Lo que si que tiene "delito" es arengar como un experto sin conocer la obra. "- De lo que no se sabe... mejor callarse" que decía Wittgenstein.
A mi me encantó este montaje, tanto como la obra. Ójala dentro de poco pueda volver a ver algo así o "Fin de partida". me gusta Beckett. ¡Qué le vamos a hacer!
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