CONSIDERACIONES SOBRE "YUÉ LÀI"
Parece mentira que en pleno barrio de Salamanca en Madrid, exista un local como este. Un restaurante chino, pero chino de verdad, nada de farolillos rojos ni zarandajas similares. Fuimos a degustar el caldero mongol, fondue china o hot spot, que viene a ser lo mismo y la verdad, hay que decir que no pudimos salir más encantados. Un lugar para repetir, porque para remate es bastante económico.
En este restaurante situado en la calle Hermosilla 101, uno se siente como si estuvieras en el norte de china. A ello también contribuye la falta de limpieza de local y calderos, la ausencia de mantelería y una carta donde descubrimos platos tan extravagantes por estas latitudes como sangre de cerdo china, pulmones o tendones de ternera.
Nosotros habíamos ido a degustar la Fondue china, preparada en un tradicional caldero con sopas a elegir, optamos por el picante y el normal. Y cabe decir que el picante... pica, así que cuidado los estómagos delicados. En el caldo picante descubrimos multitud de cayenas y granos de pimienta.
A eso vamos: Comenzamos con carne de ternera, podíamos elegir entre los originales tendones y el brisket, que es el corte del pecho entre las patas delanteras y los hombros. Decidimos ir a lo seguro y preferimos este último, así que aparecieron con una bandeja con finas lonchas de este producto que había que introducir escasos segundos, sacar y comer. Un buen bocado.
Cosa bien distinta que sucede con las empanadillas, dumplings o raviolis. Puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que están preparados uno a uno. Y esto lo puedo asegurar de forma tan taxativa, ya que teníamos a un par de hombres preparándolos con su tradicional mimo y paciencia. Tras ser elaborados, los dumplings son cocidos al vapor y nos lo sirvieron congelados como el resto de los alimentos. Impresionantes de sabor, aunque hay que tratarlos con cierto mimo, ya que no flotan y pueden perderse en el mar de caldo, así que lo mejor es ayudarse de los coladores, que son muy útiles para "pescar" estos y otros alimentos perdidos.
Para finalizar optamos por unos fideos de arroz, que se preparan en cuestión de segundos y ya solo nos quedaba "atacar" la sopa, que gracias a todos los ingredientes vertidos en ella, se convertía en una explosión de sabores distintos, un concentrado total, que no conseguimos terminar por su cantidad pero que satisfizo a todos.
Podríamos haberlo maridado con vino, pero vi mas conveniente beberme unas cervezas chinas, que gracias a su ligero y frío sabor combinaban muy bien, con las elevadas temperaturas del caldero. Para finalizar, tuvieron la gentileza de ofrecernos unos gajos de naranja y pedimos para la sobremesa una tetera de te chinos. El precio fue poco más que comer en una cadena de hamburgueserías. ¿Merece o no merece la pena?
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