miércoles, 15 de mayo de 2013



CONSIDERACIONES SOBRE "TIERRA PROMETIDA"

No todo vale en esta vida para denunciar una situación. "Tierra prometida" contiene todos los tópicos del ecologismo más superficial, autoritario, soberbio y buenista, como desgraciadamente abunda en demasía en estos duros tiempos en los que nos ha tocado vivir. A pesar de todo, tengo que decir que no es en absoluto una mala película e intentaré explicar el por qué a continuación, aunque me fastidie su discurso simplista y maniqueo, otra postura que también encontramos con facilidad en estos años de memoria calcinada.
Primero debo comenzar por la defensa y a su favor, cabe decir, que a pesar de poder parecer un telefilm de
sobremesa está muy bien realizada, gracias al buen hacer de su director Gus Van Sant, uno de esos talentos salidos del independiente y del que me interesan mucho "Mi Idaho privado", "Drugstore Cowboy" o "Elephant" y del que siempre me he sentido muy defraudado cuando eran proyectos de superior presupuesto  y grandes productores como en su celebradas "El indomable Will Hunting", "Descubriendo a Forrester" o en el innecesario remake de "Psicosis". Van Sant dirige de forma correcta y sostiene una historia bastante interesante en su primera mitad y que se desploma inmisericordemente como un "castillo de naipes" en la segunda parte de sus cientocinco minutos de duración. El salva la cinta, basado en no arriesgar en exceso con su planteamiento técnico y en conseguir unas
interpretaciones convincentes con unos correctos Matt Damon, el televisivo John Krasinski, al que conozco gracias a la estupenda serie "The office", un descubrimiento de gran sonrisa llamada Rosemarie De Witt y los magníficos Hal Holbrook y Frances Mc Dormand. Ellos sostienen el difícil entramado, que no convierte este "Promised land" en una película de la que haya que alejarse lo máximo posible.
Como uno podrá imaginarse, la fotografía de Linus Sundgren y la música de Danny Elfman son simplemente correctas, lo que es bochornoso es el guión, cargado de trivialidades ecologistas muy rancias y así es insoportable observar ese discurso de compañías malvadas que solo buscan su beneficio ante pobres hombres engañados, simplones, de gran fondo y muy unidos comunitariamente, aunque todo eso queda en entredicho, y no a propósito, ya que se convierten en seres manipulables en exceso, que responden con extrema violencia en cuanto son convencidos por el primer tipo que pase por allí y les cuente cualquier cosa. Por no hablar de uno de los triángulos amorosos más bochornosos y menos convincentes de la historia del cine, donde la maestra del pueblo irá cambiando sus pasiones solo por tipos foráneos sin profundizar nada. Esto, de forma obvia, la "peli" no lo cuenta.
Y es que, como es lógico no tengo nada contra el ecologismo, como defensa de la naturaleza y búsqueda de armonía entre esta y el progreso, como la mayoría de los humanos. Pero una cosa es la normalidad en los planteamientos y otra muy distinta comportarse como un gurú, una secta, sin tener un mínimo de sentido crítico, creyendo cualquier cosa sin comprobarla y acabando convirtiéndose en un peligroso adoctrinado. No en vano, el primer partido político que incluyó en su programa el ecologismo y la comunión del hombre con la naturaleza fue el Partido Nacionalsocialista Alemán y en textos tan delirantes como el Estatuto de Cataluña, se habla en su artículo 27, del derecho a gozar del paisaje en condiciones de igualdad.
No es ninguna broma y no me resulta difícil pensar lo sencillo que es convencer a un pueblo, ciudad o grupo de personas con argumentos tan populistas y llenos de bondad como simplistas y peligrosos. Luego nos quejaremos de dictadores y gobiernos y estados totalitarios, pero no es complicado su existencia, es lo atrayente de estos regímenes, no es necesario pensar, solo seguir la corriente y a un líder más o menos carismático, llámese Mussolini, Franco, Hitler, Lenin, Emver Hoxha, Mengitsu, Pol Pot, Mao, Pinochet, Fidel Castro o Hugo Chávez, según nuestra forma de pensar.


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