lunes, 27 de mayo de 2013


CONSIDERACIONES SOBRE "SONRISAS Y LÁGRIMAS (EL MUSICAL)

Comentaba en su día, en la entrada de "Los miserables", mi amor a los espectáculos musicales en directo. De hecho, he sido abonado a la ópera en el Teatro Real de Madrid diez temporadas, hasta que abandoné la capital del Reino, para irme a vivir a la provincia de Cádiz y siempre que puedo me escapo a ver alguna representación de música clásica o teatro musical, lo cual no quita que sea un apasionado del rock, por lo que no es para nada extraño que acabase asistiendo a esta versión del mítico "Sonrisas y lágrimas" en el teatro Coliseum de Madrid.


En los últimos años, he acabado viendo distintos musicales en diferentes ciudades y así "a vuelapluma" recuerdo "Los miserables", "Mamma mia", "Jesucristo Superstar", "Sweeney Todd" o "Spamalot", aunque seguro que alguno más olvida mi olvidadizo cerebro. Muchos de estos, los he disfrutado en Madrid y en concreto, en ese pequeño Broadway, en el que se está convirtiendo la Gran Vía. Y pienso que no me equivoco, si afirmo que tras Nueva York y Londres, Madrid es en estos momentos la tercera mejor ciudad donde disfrutar este tipo de eventos.
Este que nos ocupa, es uno de los grandes clásicos de Broadway, escrito y compuesto por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein y del que existe una muy célebre versión cinematográfica, dirigida por Robert Wise e interpretada por Julie Andrews y Christopher Plummer. Hay que decir, que en esta cuidada producción, se han basado en el filme y mucho del vestuario y las caracterizaciones recuerdan a la cinta de 1965. Y creo, que es un acierto porque inmediatamente nos conduce a lugares conocidos y de forma muy rápida, podemos entrar en ese mundo ingenuo y de extrema bondad que nos ofrece la historia.
Aquí han decidido darle el
papel protagonista a la argentina Silvia Lucchetti, toda una especialista en musicales y un acierto de "casting". Compone una Maria perfecta, muy bien interpretada y con una tesitura vocal preciosa, que consigue aportar múltiples matices a su personaje. Su "partenaire" es uno de los grandes de la escena española; nada menos que Carlos Hipólito, que borda un capitán Von Trapp, arisco y tierno a la vez, demostrando el por qué de su reconocido talento y buen hacer, encima de un escenario. Otra cantante a destacar fue la extraordinaria Madre Abadesa de Noemí Mazoy, que encanto por sus fantásticos registros vocales.
La escenografía basada en telones y escenarios móviles, funciona de maravilla y sus dos horas y cuarenta y cinco minutos, pasan en un suspiro, sin que podamos aburrirnos un momento. Todo esto se debe al enorme trabajo en la dirección escénico, de todo un veterano en estas lides, como es Jaime Azpilicueta, que además ofrece todo un curso acelerado, de como dirigir actores, pues todo funciona como un reloj suizo... aunque en este caso tendríamos que decir austriaco.
Naturalmente, su gran atractivo son las canciones, que imagino que la gran mayoría de la gente conoce y tararea en cuanto las escucha. Creo que la traducción al español, del inglés original, debe ser la misma que la escrita para el doblaje de la "peli" de Robert Wise. Tendré que comprobarlo, pero el "Do, re, mi" seguro que es el mismo, pues letra tan surrealista es de las que no se olvidan. Del resto de temas hay que destacar casi todos, pues quien puede criticar, desde el plano estrictamente musical, genialidades como "Sonrisas y lágrimas", "Maria", "Edelweiss", "Dieciséis, casi diecisiete" o "Adiós". Supongo, que forma parte de nuestra educación sentimental.
Y a pesar de las críticas de Woody Allen a "The sound of music", todos necesitamos, de vez en cuando, presenciar un mundo de buenos sentimientos, gente de honor, buenos, muy buenos y malos, muy malos y unos códigos ingenuos y de humor blanco, con sus monjas y familias numerosas combatiendo el nazismo atroz, por la lucha por la libertad. Y si encima las canciones son preciosas, volveremos a ese terreno perdido que es la infancia. Me sorprendió mucho, ver tanto niño en la sala. Casi tanto, como comprobar con desagrado como venden cubos de refresco y palomitas, con evidente éxito. Sobre la batalla pérdida, de la música en directo y las toses humanas, hablaré otro día. Hoy no tengo ganas.

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